Personal de Metro de Madrid avisa de que vaciar estaciones al atender otras de más demanda "resiente la atención sanitaria"
El protocolo frente a aglomeraciones en hora punta o grandes eventos implica trasladar plantilla desde puntos con menor tránsito, lo cual "empeora el servicio" según el sindicato Solidaridad Obera, que recalca cómo en suicidios o paros cardíacos "esos minutos marcan la diferencia entre la vida y la muerte"
El personal que sufre y gestiona el caos de Metro de Madrid: “No empujamos a nadie, pero cada vez sufrimos más agresiones”
En las horas puntas de Metro de Madrid, o cuando se acerca la llegada de miles de viajeros a un evento muy esperado, muchas estaciones se refuerzan con personal adicional que sostiene el servicio. Garantizan la seguridad, agilizan los desplazamientos y asisten a los viajeros desorientados o con dudas. Estos apoyos especiales están protocolizados y muy estudiados por la plantilla mediante el sistema de Gestión de Aglomeraciones de Viajeros (GAV), que se ejecuta de lunes a viernes laborables de 7.00 a 9.00/9.30 en algunas de las estaciones más utilizadas de la red, así como ocasionalmente en la hora punta de la tarde (14.00 a 16.00). A ello hay que sumar los planes especiales para atajar las acumulaciones por acontecimientos concretos, como un partido de fútbol o un concierto.
En una información previa publicada por este periódico, dos empleadas de dos sindicatos diferentes abordaban las mermas que ese sistema genera en quienes deben desplazarse: no reciben compensación económica alguna si es para atender aglomeraciones y les expone a un mayor estrés, incluso con mayor riesgo de agresiones. Pero esta dinámica genera un doble menoscabo, con una segunda cara en la situación en la que quedan las estaciones de las que se desplazan a los trabajadores. Puntos como Bambú (en la línea 1 del distrito de Chamartín), que permanece vacía el 90% de las veces, según el Sindicato Libre de Transportes de Madrid. “Como es una zona sobre todo residencial y su demanda no es muy alta, quien está asignado a Bambú siempre es el primero que debe ir a Atocha o Pacífico cuando se pone en marcha el GAV”, trasladaban.
Una portavoz del sindicato Solidaridad Obrera profundiza en conversación con Somos Madrid sobre los problemas que detectan en la red a cuenta de la desatención de estaciones: “Hoy en día, el sistema de Metro se encuentra completamente automatizado, y no precisamente por la llegada de los trenes automáticos, sino porque gran parte de su estructura ya lo estaba desde hace tiempo con las máquinas de venta automática o el telemando de todas las instalaciones”.
Desde su punto de vista, esta automatización “no ha venido acompañada de una adecuada planificación de recursos humanos y eso afecta al personal de estaciones como a los trabajadores y trabajadoras que cada día utilizan el Metro para llegar a sus puestos”. Aclara que no es solo cuestión del personal que está presencialmente en la estación sino que también, sino que afecta también a los operarios y operarias del telemando y control de instalaciones (OTICS), que son quienes deben asistir a las estaciones desatendidas y poner en marcha los sistemas de seguridad o validación de abonos cuando no hay nadie presencialmente.
“Desde OTICS perciben que el vaciado de estaciones comporta un aumento de exigencia, ya que manejar líneas con mucha faltas de personal es muy estresante. Deben coordinar desplazamientos, atender múltiples interfonos y asumir responsabilidades que muchas veces no les corresponden, especialmente en casos graves, con un nivel de presión muy elevado. Todo esto refleja en un incremento de agresiones. En el interfono también se sufren agresiones verbales, especialmente cuando los usuarios exigen una solución inmediata y se les indica que deben esperar la llegada de personal. Estamos convencidos de que incrementar la presencia de personal en estaciones serviría como elemento disuasorio y para reducir este tipo de episodios”, expone la afiliada de Solidad Obrera.
Riesgo para la ciudadanía y falta de asistencia a quienes la necesitan
Al margen de “incrementar la carga laboral”, en Solidad Obrera recalcan que esta modus operandi “perjudica a toda la ciudadanía: empeora la atención al viajero, retrasa la respuesta ante emergencias, aumenta las situaciones de riesgo y supone una pérdida de oportunidades de creación de empleo estable y de calidad en un servicio público esencial para la ciudad de Madrid”.
Explican además que “las estaciones vacías tienen un impacto directo y muy negativo en la seguridad y la atención ciudadana, las resiente”. No en vano, “durante la reunión del protocolo de arrollamientos, la propia empresa reconoció que la presencia de personal en estaciones evita muchos incidentes y muchos suicidios, al poder detectar comportamientos sospechosos y efectuar una primera intervención”. Fuentes de Metro de Madrid no responden hasta el momento las preguntas enviadas por este periódico acerca de los inconvenientes que plantea el modelo de vaciado de estaciones para enfrentar aglomeraciones. Tampoco si estudian fórmulas alternativas.
Un empleado de Metro controla el tránsito de viajeros en la estación de Avenida de América, una de las que suele requerir refuerzos de otras estaciones.
“Se da la circunstancia de que personas con ideaciones suicidas suelen acercarse al personal para pedir ayuda; si no hay nadie, esa posibilidad desaparece. Si la estación está vacía, la atención sanitaria se retrasa y en casos como un paro cardíaco, esos minutos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte”, recalcan en Solidaridad Obrera para exigir un incremento del personal que minimice los vaciados. “En otras redes de Metro, sobre todo en Américo Latina, hemos podido comprobar que siempre hay personal en estaciones, incluso con la existencia paralela de máquinas automáticas. De hecho, compañeros sindicales de esos países se sorprendieron y nos manifestaron su desagrado al ver estaciones completamente vacías en Madrid y la dificultad para comprar billetes y solicitar ayuda”, exponen.
Recuerdan que estas dificultades para hacerse con billetes no solo afecta a visitantes o turistas, sino también a “personas con dificultades físicas o cognitivas, o incluso a personas trabajadoras que usan habitualmente en transporte público, pero a las que les surge algún inconveniente”. Apostillan asimismo que “la existencia de personal en las estaciones es un elemento disuasorio para que la gente no se cuele en el Metro”.