Make America Great Again

Pero sobre todo deberíamos aprender del respeto que tienen a su cultura gastronómica cosa de la que carece bastante la hostelería patria con su generalizada cocina contemporánea de espíritu viajero.

No solo por su importancia histórica sino porque sigue habiendo aspectos de los que deberíamos seguir aprendiendo porque lo hacen mucho mejor que nosotros. Sirva como ejemplo el vino, la charcutería, los quesos, el pan, la pastelería, o la atención y servicio en la hostelería.

Buen pan de la Miguiña, servicio atento y local dispar, agradable el comedor pero las mesas de la barra incómodas. Relación calidad precio: Buena.

Lo peor una costilla de vaca hecha a baja temperatura, tierna como se le supone el resultado con esta técnica, pero con eso solo no vale.

Es una pena para mi la cada vez más preponderante presencia de este estilo de tortilla que, aún estando buena, no tiene la proporción que me gusta de huevo y patata.

Muy recomendable el escabeche de lengua, menos sorprendentes pero correctas, la ensaladilla, un ajoblanco con tartar de gamba roja y la cada vez más habitual tortilla al modo de Betanzos.

Postres: no están ni mucho menos a la altura de los salados.

Principales: Bien resuelta la merluza con huevo y angulas, sabroso y redondo el entrecot de atún con piparras, el pichón un poco seco el conjunto con las lentejas y menos reseñables el bacalao y el mero en los que ni la pieza ni el acompañamiento brillan.

Originales y ricas las verduras que sirven en olla seca, este día tenían col, he leído recomendaciones de la coliflor pero no había. Las pastas lo peor tanto las empanadillas como los tallarines con ternera a las 36 especias.