En un escenario comunicacional cada vez más disputado, las redes sociales se han convertido en un terreno fértil para la fabricación de matrices de opinión dirigidas contra Cuba. Más allá de las apariencias, una reciente investigación del Observatorio de Medios de Cubadebate ha puesto en evidencia la estructura real que sostiene muchas de las campañas digitales que intentan presentar una imagen distorsionada de nuestro país. Imagen de las redes sociales Radiografía de las cuentas “sobre Cuba” en X Uno de los hallazgos más contundentes del estudio es la ubicación real de las cuentas más activas en la generación y amplificación de mensajes hostiles contra la Revolución. Del total de 30 perfiles analizados: 53.3% (16 cuentas) operan desde Estados Unidos. 16.7% (5 cuentas) están radicadas en España. 0% se encuentran en Cuba. Ninguna. Las conclusiones son tan claras como preocupantes: la mayoría de las cuentas que aseguran “hablar desde Cuba” o pretenden representar al cubano común no se encuentran en la Isla. La narrativa que intentan imponer se construye desde geografías externas, muchas veces alineadas con agendas de confrontación conocidas. Perfiles que no son lo que dicen ser El informe revela casos concretos de cuentas que se presentan como voces cubanas pero cuyos datos de ubicación pública en la plataforma indican otra cosa: @Luz_Cuba (Luz Escobar), asociada a 14ymedio, declara estar en La Habana, pero X la ubica en España. @MagJorgeCastro, autodenominado activista, también opera desde ese país europeo. @CiberCuba, que se presenta como medio informativo cubano, tiene sede igualmente en España. Plataformas como @eltoquecom (El Toque) y @invntario (Inventario), difundidas internacionalmente como proyectos “desde Cuba”, están registradas en Estados Unidos. Estas prácticas no son excepcionales ni espontáneas. Responden a un patrón transnacional ya observado en otros episodios internacionales, donde redes de troleo y desinformación operan desde terceros países para influir en contextos políticos ajenos. Una guerra informacional con financiamiento externo La investigación subraya que estas dinámicas se inscriben dentro de programas bien documentados de “cambio de régimen”, mediante los cuales el gobierno de Estados Unidos financia iniciativas de intervención informativa contra países considerados adversarios. Estas estructuras no solo buscan distorsionar la percepción internacional sobre Cuba, sino también intoxicar el debate interno y alimentar artificialmente escenarios de conflicto. De este entramado se nutren discursos de determinados senadores norteamericanos, medios extranjeros y organizaciones no gubernamentales que citan como “opinión cubana” lo que, en realidad, proviene de actores profesionales ubicados en Miami, Madrid u otras ciudades. Se genera así un espejismo diseñado para influir en terceros y legitimar acciones políticas hostiles hacia nuestro país. La responsabilidad de no ceder terreno Frente a estas revelaciones, corresponde a la ciudadanía y a las instituciones cubanas mantener una postura crítica, informada y firme. La defensa de la verdad exige exponer estos mecanismos y comprender que gran parte de la campaña digital contra Cuba no surge desde nuestras calles, sino desde intereses externos que capitalizan económicamente y políticamente la agresión. En un entorno donde la manipulación informativa pretende imponerse como norma, fortalecer la cultura comunicacional, la verificación de datos y la lectura crítica es esencial para preservar nuestra soberanía simbólica y política. Fuente consultada: Investigación del Observatorio de Medios de Cubadebate.

Fuente original: Cubadebate Versión editorial: Futuro mi Cuba En las últimas semanas se ha intentado construir, una vez más, una campaña anticubana basada en la manipulación y el sensacionalismo geopolítico. El detonante: una simple imagen del radar meteorológico de Cuba fechada el 13 de noviembre. Lo que en origen era una anomalía técnica común se transformó, mediante un proceso escalonado de distorsiones, en un supuesto “riesgo militar” fabricado para alimentar las narrativas más extremistas contra nuestro país. 1. El punto de partida: una anomalía meteorológica corriente La imagen publicada por ClearCast Communiqué mostraba patrones circulares irregulares, artefactos visuales generados por las propias condiciones atmosféricas, interferencias o fallas temporales del radar. ClearCast no afirmó nada militar ni geoestratégico. No insinuó espionaje, no habló de Cuba como amenaza. Solo señaló un patrón atípico, habitual en cualquier sistema de radar público. 2. Del dato neutro a la especulación: el primer salto manipulador La cuenta Falcon (@FlconEYES) tomó esta observación técnica y la convirtió en un supuesto movimiento geopolítico. Sin evidencia, afirmó que Cuba estaría utilizando antenas —posiblemente chinas— para monitorear actividad militar regional. No citó especialistas, no mostró datos independientes: solo agregó una interpretación que nació sin sustento y se propagó por su carga sensacionalista. 3. La especulación se convierte en “alerta”: el ciclo completo de desinformación Poco después, una publicación anticubana recicló esta especulación y la presentó como si fuera información verificada. Incluso mencionó “analistas” sin identificar, asegurando que los patrones de la imagen correspondían a un sistema de vigilancia militar. No aportaron pruebas, no consultaron perspectivas técnicas, no ofrecieron evidencia verificable. Así se fabricó un bulo: un artefacto meteorológico transformado en un supuesto acto de espionaje regional. 4. La explicación real: ciencia, no conspiraciones Los especialistas en meteorología lo tienen claro: Los radares generan con frecuencia anillos, círculos o patrones irregulares debido a: interferencias atmosféricas, errores temporales de lectura, saturación o calibración interna, fallas de renderización. Estos fenómenos no guardan relación alguna con radares militares ni antenas terrestres. Además, los radares meteorológicos no pueden detectar estructuras de vigilancia, antenas ni sistemas de espionaje, por lo que la tesis difundida carece de cualquier base técnica. 5. La maquinaria política: de la desinformación al discurso hostil Al ver la especulación circular, figuras políticas anticubanas en Florida hicieron lo que ya es rutina: usar el bulo para avivar su campaña agresiva contra Cuba. La congresista Maria Elvira Salazar —conocida por su retórica extremista— afirmó que Cuba es “el mayor adversario de Estados Unidos a solo 90 millas”, apoyándose en una narrativa que nace de una imagen meteorológica malinterpretada a conveniencia. Este tipo de pronunciamientos no persigue la verdad ni la seguridad: persigue la manipulación emocional y la justificación de agendas hostiles. 6. El patrón se repite: manipular para escalar tensiones El proceso es conocido y sistemático: 1. Tomar un dato técnico o trivial. 2. Sembrar dudas mediante interpretaciones sesgadas. 3. Amplificar desde perfiles politizados con sesgo anticubano. 4. Llevarlo a actores políticos que presentan el bulo como “amenaza”. De esta forma se construyen matrices de opinión para justificar presiones externas, sanciones y discursos de confrontación. 7. ¿Cuál es el verdadero objetivo? No es informar. No es alertar. No es proteger. Es mantener vivo un clima de hostilidad que sirva de combustible a sectores que apuestan por el despliegue militar estadounidense en el Caribe y a la sistemática agresión mediática contra nuestro país. Cuba, mientras tanto, sigue enfocada en su desarrollo económico y científico, y mantiene relaciones transparentes con todas las naciones, basadas en la cooperación, la paz y la soberanía. Lo ocurrido con la imagen del radar demuestra cómo se construye una campaña anticubana a partir de un hecho insignificante. La narrativa se fabrica, se multiplica sin rigor y termina convertida en un instrumento político al servicio de intereses ajenos a la verdad. En Futuro mi Cuba, seguiremos aportando claridad, desmontando falsedades y defendiendo el derecho de nuestro pueblo a recibir información veraz, contextualizada y responsable.

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