+ podemos calentarla después... —Sonrió bajo sus labios, divertido, mientras sus manos obraban con destreza para abrirle los pantalones—. No he dejado de pensar en nuestra primera vez, Gale... —Deslizó la mano dentro de su bragueta abierta, acariciándole el paquete—. Te deseo tanto...

+ cada día que pasaba lo tenía más claro.

Solo podía pensar en cocinarle para hacerlo feliz y arrancarle una sonrisa, en bajar a la Veta tan solo para verle aun sabiendo que allí no era bien recibido por la mayoría.

—Yo solo quería llenarte el estómago con una buena cena, pero siempre +

Peeta se dejó desnudar mientras él se dedicaba a tocar a Gale sin poder controlarse. Se sentía atraído por el mayor como una polilla hacia la luz. Le necesitaba de una forma en la que jamás había necesitado a nadie, y lo amaba... Sí, lo amaba. Se había enamorado perdidamente de Gale Hawthorne y +

+ fuertes brazos, sus hombros y su ancha espalda. Gale era una auténtica belleza masculina de la cabeza a los pies.

+ en las venas ante el ansia que mostraba Gale, ante esa necesidad brutal que, sin duda, era mutua. Por eso no esperó ni preguntó, sino que fue directo a quitarle el chaleco y el jersey. Lo quería desnudo, expuesto ante él para poder tocarlo a placer. Y así lo hizo al pasear las manos por sus +

La ternura dio paso a la pasión más absoluta. Todas esas ganas de estar con Gale que se habían ido acumulando durante las últimas horas, ahora le hacían estallar sin contención.

Un ronco jadeo escapó de entre sus labios cuando chocó contra la encimera, acorralado por el mayor. La sangre le ardía +

+ castaño, agarrándole con algo de fuerza.

—Quédate esta noche... Quédate siempre... —Susurró sin abandonar su boca, empujando las caderas contra esas manos decididas.

+ puedo dejar de pensar en ti... Necesito verte y sentirte, tenerte a mi lado siempre —Peeta giró la cabeza, buscando los labios de Gale para tomarlos con ternura, aunque no por ello con menos pasión. Quería devorarlo, su cuerpo entero ardía por él.

Subió un brazo para hundir la mano en su pelo +

Mentiría si dijera que no llevaba todo el día pensando en este momento. Ni siquiera tenía la garantía de que Gale vendría a verle, pero en su corazón intuía que sí. Parecía que lo dos se necesitaban urgentemente, y sentirse correspondido de esta manera tan arrolladora era maravilloso.

—Yo tampoco +

+ en sus redes que a veces se sentía abrumado, pero no podía negar la realidad. Quería a Gale, lo quería de verdad, y no deseaba estar con nadie más que no fuera él. Ni siquiera quería fingirlo, aunque no le quedase más remedio.

+ cuerpo del mayor. Peeta era un chico fuerte, pero Gale no se quedaba atrás y además era mucho más alto que él. Eso, sin embargo, lejos de hacerle sentirse inferior le gustaba. Porque adoraba cuando el minero lo abrazaba y se perdía en el calor de su cuerpo.

Había caído tan pronto y tan rápido +

¿Molestarle? Nada más lejos de la realidad. La piel ruborizada de sus mejillas y el constante golpeteo de su corazón contra el pecho lo dejaban bastante claro. Peeta se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.

—No... En absoluto. No pares... —Le pidió, o más bien le rogó, apoyándose en el +

+ también —si no ayudaba al chico al que amaba su mera existencia no tendría sentido, así de simple.

Iba a abrir el horno cuando Gale lo abrazó por la espalda y le mordió el cuello. Peeta se mordió el labio inferior, conteniendo un jadeo.

—G-Gale... —El gimoteo no lo pudo evitar.

+ dárselo a Katniss o quien tuviera oportunidad. Por ello había recibido más de una paliza, pero no le importaba; él continuó haciéndolo. Resultaba irónico que ahora toda su familia viviera bien gracias a él.

—Necesitas comer para trabajar, Gale. Ya sabes que puedes contar conmigo... Y tu familia +

—Yo también me he dado cuenta de que algo pasa... No sé qué, pero me da la sensación de que no tardaremos en saberlo.

Peeta siempre había sido un chico generoso. Antes de toda la locura de los Juegos del Hambre, cuando ayudaba a su madre en la panadería, solía quemar adrede el pan para poder +

+ hacía sentirse vivo de una forma nueva y diferente, especial y única. Se moría por pedirle que se mudara con él a casa, pero igual era demasiado pronto y no quería espantarlo con su intensidad.

—He hecho pastel de carne. ¿Quieres? Yo todavía no he cenado, confiaba en que vinieras a verme.

—Lo digo en serio, Gale... No necesitas lujos para destacar entre todo el mundo. Tus cuerpo, tus ojos, tu boca... Oh, tu boca —le encantaban los labios de Gale, carnosos y jugosos, perfectos para besarlos. Y lo hizo de nuevo, hambriento de él.

Cada vez se soltaba más con él, y es que el minero le +