+en voz alta de su esposa. Planes que no esperaba.

—Cersei —comenzó cauteloso—. No sabemos qué nos pedirá Robert, no podemos exigir nada.

Tampoco sabía si la idea de mandar a su hija a la corte le agradaba. No lo había hecho cuando tuvo que despedir a su hermana.

—No te precipites.

Ned soltó una carcajada baja, le colocó un mechón rizado tras la oreja con cierto cariño y miró a los ojos verdes donde se escondía ese fuego del que ella hablaba. Ni toda la nieve del Norte podría haberla derretido.

No dijo nada, especialmente porque su humor y disposición viraron con los planes +

*es emo en Invernalia*

+tienes así el brazo, date por manco.

+Siempre lo hacía, aunque diese o no muestras de ello. Aquella noche, sin embargo, era distinta. Habían celebrado una pequeña cena por el Día del Nombre de Eddard y este no había podido evitar pensar en quienes faltaban a la mesa. Ver a Jon marcharse le movió como un resorte.

—Si te golpean y+

+hermanos vienen del sur y los tuyos también. La familia podrá reunirse por completo, nuestros hijos conocerán a sus primos y podremos honrar la memoria de Jon Arryn juntos.

+ella temía o estaba rezando por aquella tormenta. Habían pasado muchos años, pero había sido educada para la corte real, no la norteña. No, se dijo, es la Señora de Invernalia y lo que pudo ser ya había quedado enterrado.

—Parecemos dos ancianos —dijo abruptamente y esbozó una sonrisa—, mis +

+muerte de Jon es impredecible.

La intimidad que les rodeaba no podía ser entendida desde fuera. Un cambio en la forma de hablarla, una mano en la rodilla y la cabeza aún sobre el hombro ajeno... lo inesperado.

Robert no estaba movilizando medio Desembarco para nada. Miró a su esposa y pensó si+

La burbuja de Ned —creada a raíz de su divagar en el pasado—, explotó en cuanto su mujer señaló lo evidente. El Stark no era un iluso, pero estaba cansado y se había dejado llevar por recuerdos rumiantes.

—Tienes razón. —Y el suspiro sonó bajo y ronco—. La tormenta de Robert, especialmente tras la+

+con la cabeza el hombro de la mujer y se apoyó ahí—. Solo unos días y la tranquilidad regresará. ¿Verdad?

+no debía haber sido suya. Tampoco Invernalia. La mano de su esposa vagó durante años por Poniente, como una moneda falsa. Rhaegar, ¿Robert quizás?, nadie apropiado y luego él. Ella que no daba con su destino y él que le tocó uno prestado.

—Solo será unos días —dijo y soltó un suspiro largo. Buscó+

+llevaba guardado dentro. También el tacto de su piel cuando le pidió disculpas.

—Dicen que el mayor guarda gran parecido con mi hermano Brandon. —Catelyn debía haber sido suya. Cersei también—. De ser así, Sansa estará encantada.

»¿No teníais su edad cuando os llevaron a Desembarco?

No. Cersei

+sus dioses y el del vestido de ella. Pero lo que verdaderamente atraía la atención eran sus bucles dorados, del color del oro batido. El del sol, tan extraño a veces en esas tierras. Ned recordó su gesto fiero, desafiante, incluso a tan temprana edad, cuando escuchó lo que su reciente esposo+

La mente del lobo seguía anclada en el pasado. Recordaba a Robert y a Lyanna, a lo que pudo haber sido y a su esposa la primera vez que se encontraron a solas bajo ese arciano. Había caído una suave nevada y ente los tonos blancos y grises resaltaba el escarlata de las hojarasca de los árboles de +

+demasiado tiempo. Ya no eran Robert y Lyanna. Ahora eran sus reyes.

—Ven —dijo quitándose la capa y extendiéndola sobre el mantillo para que su esposa se pudiera sentar a su lado—. El rumor del arroyo apaga el ruido de ahí. Deja que tu cabeza descanse junto a la mía.

+regañó, pero colocó su ancha mano sobre la fina de ella en su hombro—. No auguréis funerales, no cuando el rey ha movido a medio Desembarco para presentarse aquí.

Eddard suspiró. Una parte de él estaba deseoso de ver a su mejor amigo y, especialmente, a su preciada hermana. Pero no lo hacía desde

Aquel matrimonio había sido la consecuencia más inesperada de la guerra. Una Lannister de la Roca, la Luz de Occidente, casada con el Stark de Invernalia que no había nacido para ser señor. Y sin embargo, a opinión del lobo, no había salido tan mal como muchos auguraban.

—No digáis esas cosas. —La+

+escuchó llegar. Sabía que no tardaría, ni aunque se encontrase en el otro lado del castillo. Cersei siempre sabía dónde estaba.

—¿No os ha entretenido Joffrey, mi señora? Os buscaba —dijo antes de abrir los ojos—. Quiere que me convenzáis de que adelante la cacería.

@thegoldenlioness.bsky.social