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Y ese libro se transformó en mi tesoro. Una edición de las obras completas de Rimbaud, de portada plateada, hojas manchadas por la humedad, y que olía a musgo, a líquen, a bosques indescifrables y contenía el misterio de la muerte y la desesperación, cosas que en esos tiempos abundaban en mi país.

El lugar donde yo crecí, a miles de kilómetros de ese desierto, con un paisaje y una historia completamente distinta, era, sin embargo, un lugar que se le parecía en más de un sentido. Es un remoto pueblo de la Patagonia chilena llamado Puerto Aysén.

El Harar donde llegó Rimbaud era así. Richard Burton había estado 30 años antes. Y muy pocos occidentales se habían aventurado desde entonces. La poesía ahí no importaba. El mundo se medía en unidades menos abstractas: cabezas de camello, kilos de khat, costales de café y táleros de plata.

Y como coda: hemos publicado una novela de «Stella Benson: La casa de los solitarios» (más info aquí: librosdelavoragine.com/libros/la-ca...), disponible en su librería amiga. (y si es librería, en nuestra distribuidora: www.lasombradecain.com)

A partir de ese momento, la acompañó la conciencia de su fragilidad, un empecinamiento feroz por ver y escribir el mundo, el terror a los desvaríos del cuerpo y la soledad. También el amor a los perros, que consideraba (no sin razón) bastante más nobles que sus congéneres humanos.

A los 19 años, se independizó. Desde ese momento no dejaría de viajar (primero California, después China, al final Vietnam). Tampoco dejaría de escribir y publicar libros. Su primera novela, I Pose, apareció cuando ella tenía 23 años y fue celebrada por su originalidad y su delirante ingenio.

Aunque hoy es casí desconocida, en su tiempo su obra fue elogiada por escritoras como Katherine Mansfield, Virginia Wolff y Rebecca West. Profundamente original, consiguió fundir fantasía y realidad en libros raros e hipnóticos, e interpretar con hondura y gracia la soledad y la alienación.

Hay obras literarias que han desaparecido hasta casi no dejar rastro. Algunas no aguantaron el paso del tiempo, y envejecieron rápido y mal. Pero hay otras que transitan en un tiempo paralelo, y se las arreglan para seguir interpelándonos. Y esto nos lleva a nuestra adorada Stella Benson (dentro 🧵)

Y como coda: hemos publicado una novela de «Stella Benson: La casa de los solitarios» (más info aquí: https://librosdelavoragine.com/libros/la-casa-de-los-solitarios), disponible en su librería amiga. (y si es librería, en nuestra distribuidora: https://www.lasombradecain.com/) (16/17)

¿Existe mejor prueba de que la inteligencia artificial generativa tiene que ver con frecuencia estadística y no con la realidad?