Tincho LU8DST
tinchods.bsky.social
Tincho LU8DST
@tinchods.bsky.social
Ingeniero. Radioaficionado. En Tandil
Cual es tu al equivalente al Shots!, el pantalón en el ascensor, el Huy como estoy!, o el pete a Robin William?
March 18, 2025 at 9:53 AM
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Suma tu voz, hoy por nuestrxs jubiladxs, mañana por vos! Pensa en tu futuro!
March 17, 2025 at 6:45 PM
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¡Se viene La Hora Del Planeta! ✨
📅 22 de marzo | ⏰ 15:30 hs
📍 En la Reserva Natural Urbana El Corredor, San Miguel, Buenos Aires.
Sumate a una jornada con acciones positivas por el Planeta
🌎¡Te esperamos!
🔗 Más info: www.vidasilvestre.org.ar/horadelplaneta
March 5, 2025 at 8:02 PM
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"No hay naciones! Solo hay humanidad Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".
Isaac Asimov
📷Hebert List
March 3, 2025 at 9:03 PM
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Me han escrito ya varias personas para preguntarme si de verdad esto es 100% real. Entiendo la inquietud, pero lo cierto es que no he tocado una sola coma de sus respuestas.

ctxt.es/es/20250201/...
Gerardo Tecé entrevista a DeepSeek: “La única neutralidad real sería apagarme”
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ctxt.es
February 25, 2025 at 3:13 PM
Me generan una gran desconfianza las opiniones que no incluyen dudas sobre si mismas
February 27, 2025 at 12:01 PM
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Una crítica ingenua
Quizás la ventaja compartiva que tuvieron Javier Milei y los libertarios en las elecciones de 2023 fue que eran los únicos que hablaban convencidos y en serio en medio de los cortesanos irónicos de la vieja política. Esa “honestidad antiirónica”, percibida con simpatía tanto por sus seguidores como por votantes menos comprometidos, está ahora bajo significativa amenza de pérdida. Después de muchos años de recomendaciones de amigos me senté a mirar _White Lotus_. lLa primera temporada, claro, porque no había visto ninguna, aunque ahora esté todo el mundo comentando la tercera. No me enamoró porque claramente no aspira a tener alma, aunque sí divierte e interesa y funciona muy bien, y tiene algo así como un “alma residual” dada por el talento de toda la gente involucrada que actúa, filma y escribe muy bien. Es una franquicia buena, como McDonald´s, Häagen-Dazs o los mismos ClubMed que la serie se propone parodiar. De eso se trata, entonces: un hotel de lujo distinto cada vez, los huéspedes que llegan, el staff permanente que hace que todo suceda y un asesinato para darle una especie de ancla argumental (y un clima de misterio y tragedia) a cada temporada. Supongo que mis amigos me la recomendaron, también, porque es un tema que me interesa: la obsesión contemporánea con el turismo y el consumo de experiencias, la idea de que para descansar y relajarse hay que generar contextos muy costosos y muy específicos que en general terminan siendo paradójicamente estresantes (que si nos perdemos el desayuno, que la certificación de buceo) y toda la batería de creencias que hay que sostener o suspender para participar de esta clase de vacaciones. La serie hace mucho hincapié en esto último, de una manera inteligente: a diferencia de lo que sucede en los all inclusive de la vida real, al menos en la experiencia del huésped, los empleados del hotel son muy protagonistas. Si la gracia en el all inclusive es regresar a esa sensación de calma infantil en la que el papel higiénico se cambia solo, en _White Lotus_ está todo el tiempo a la vista la cantidad de trabajo precario y esforzado que hace falta para sostener esa apariencia de que todo funciona sobre ruedas. Está claro que la serie tiene una intención crítica respecto de ese turismo de lujo: para que los ricos se diviertan, hace falta que los pobres se sacrifiquen. No hay nada inocente, dice _White Lotus_ , en el lujo. Estuve pensando si la crítica que hace _White Lotus_ cae en ese tipo de discurso que **David Foster Wallace** (que el viernes pasado hubiera cumplido 63 años) llamó, de manera despectiva, ironía autoconsciente. Estuve hace poco dando en taller el ensayo “De Unibus Pluram”, en el que Foster Wallace desarrolla este concepto, sobre todo en relación con la televisión: para Foster Wallace, el problema de la autocrítica irónica que hace la televisión, y que en los 90 permeaba a toda la cultura pública es que esa autocrítica no solamente no construye nada: parece constituir una especie de blindaje cínico contra el cambio. Foster Wallace no llegó a verlo, pero esa ironía autoconsciente de la cultura pop no quedó confinada a la década del noventa. Si hoy una sale a quejarse de que las mismas actrices que protagonizan películas sobre la violencia de los estándares de belleza participan activamente de esos estándares lo más probable es que sea acusada de solemne o aguafiestas; lo mismo con las estrellas que se escandalizan ante cualquier cosa, pero viven arriba de un avión privado, dando lecciones de moral mientras sus huellas de carbono semanales sobrepasan lo que las personas normales hacemos en una década. No es que no se pueda “denunciar” estas cosas: es que una se ve y e siente ridícula. El problema del imperio de la ironía es que hablar en serio pasa a ser de tontolón. Aunque creo que este sigue siendo el clima de época, creo que estamos en un momento de cambio. Nuestra cultura, y en especial la juventud, se está cansando un poco de lo que Foster Wallace llegó a llamar “el autoritarismo” de la ironía y la imposibilidad de hablar en serio: tanto el fundamentalismo woke como la nueva derecha neoconservadora son sintomáticas de ese cansancio. Por eso, si bien está claro que en _White Lotus_ hay ironía sobre el turismo de lujo, creo que los personajes de los trabajadores representan una crítica seria y ya no irónica contra la industria turística y relaciones desiguales que reproduce; una crítica ingenua, en el mejor de los sentidos. Foster Wallace hace pocas menciones en “E Unibus Pluram” al universo de la política profesional; creo que solo aparece el caso de Watergate como ejemplo de esta lógica irónica en la que nadie dice la verdad de frente en el terreno de la política. Pasa rápido esa alusión, pero Foster Wallace reconoce su gravedad, cuando la ironía autoconsciente llega efectivamente a la política es porque ya no hay ningún límite. Si ni los presidentes dicen la verdad, no tiene ni sentido jugar el juego de hablar en serio. Vivimos, por supuesto, en el mundo post Watergate en el que nadie le cree a los políticos, y en el que los políticos piensan que les rinde más ser influencers que políticos. Pero en el terreno de la política eso nunca termina de ser del todo verdad. La política se mueve siempre entre la lógica de la espectacularización y de la seguir sosteniendo cierta formalidad del siglo XX; los políticos todavía usan traje; incluso los más iconoclastas de ellos todavía dan discursos de apertura de sesiones y van a aparatosos eventos diplomáticos. En pocas palabras: todavía tienen que lograr que la gente, en algún sentido, crea que están diciendo la verdad, en el sentido al menos de decir _su_ verdad, de estar hablando en serio sobre algo de lo que están convencidos. Pienso que esa fue una de las principales ventajas que tuvieron los libertarios en las elecciones de 2023, la de ser los únicos que, equivocados o no, hablaban convencidos y en serio entre los cortesanos irónicos de la vieja política. Importaba menos si tenían razón que esa actitud lineal y sincera. No creo que la estafa de Milei vaya a tener consecuencias terminales para su gobierno, sí creo que le hizo perder en alguna medida esa ventaja comparativa, esa honestidad antiirónica que al menos sus seguidores (y muchos votantes menos comprometidos) veían en él. Y no soy analista política, pero yo no subestimaría tan rápido esta pérdida. _TT/MF_
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February 23, 2025 at 9:43 AM
Realidad Kafkiana.....
La albertización de Milei avanza: los memes que disparó el criptogate
Los memes de Alberto Fernández fueron influyentes en fijar en el imaginario colectivo una caracterización negativa de su estilo de conducción, algo que comenzó a afectar también a Javier Milei. ¿Una señal de declive político? El criptogate fue el mayor golpe a la credibilidad de **Javier Milei** desde que empezó su gobierno. El deterioro de su palabra y su imagen fue observado y comentado en las redes sociales como un indicio de “albertización”, es decir, comparado con el derrotero de **Alberto Fern ández**. Es imposible pensar la travesía del expresidente peronista desde sus altísimos niveles de aprobación iniciales a su debacle total sin pasar por los memes. ¿Pasará lo mismo con Milei? > Como hemos dicho en este espacio, los memes de Alberto fueron influyentes en fijar en el imaginario colectivo una caracterización negativa de su estilo de conducción. “ _Qu é pasó ahora la puta madre_”, _Alberto jugando al tutti frutti_ (en el que piensa y escribe), _Alberto diciendo guarangadas_ —entre otros— fueron imágenes muy recurrentes del mandatario de las que se apropió la sociedad para bromear sobre actitudes y comportamientos que no son propios de un líder admirable: desazón ante las adversidades, falta de ideas, inmoralidad y desubicación, son algunas de las cualidades percibidas en Fernández connotadas por estos motivos visuales que llegaron a ser insumos expresivos y reideros cotidianos. Esto no quiere decir que esa caracterización se deba a los memes pero sí que estos fueron fundamentales para sostenerla en la atención y memoria públicas. Cada vez que compartimos un sticker con la cara de Alberto diciendo “qué pasó ahora la puta madre” lo recordamos como un presidente desbordado de quilombos, como alguien que no estaba a la altura de las circunstancias en las que le tocó gobernar. Podemos pensar, entonces, que el impacto de estos memes se basó en una serie de condiciones. La primera, y posiblemente la más importante, es que estos eran utilizados tanto por los detractores de Fernández (que ya hacían memes en su contra cuando éste era popular) como por sus aprobadores y votantes. La segunda es que estos memes difieren de muchos que se producen para bromear sobre la política: no son retomas de episodios de _Los Simpson_ , de series o películas conocidas alteradas para satirizar políticos, sino que son retomas de la gestualidad de un político usadas para reírse de cualquier cosa (de la política, sí, pero también de la vida personal de los usuarios, de consumos mediáticos, etc.). La tercera y última, es que son imágenes recurrentes que se repiten de manera casi invariante y se convierten en verdaderos iconogramas que condensan, por sí solos, toda esa caracterización política. Son fáciles de replicar y de entender, como emojis, unidades que encapsulan grandes cantidades de sentido. Toda esta digresión un poco larga es para plantear la pregunta: ¿cuánto de esto pasa con Milei a partir del criptogate? Veamos. > No hay dudas de que el escándalo **le peg ó al Presidente en varias de sus cualidades percibidas más importantes: su condición de experto en economía, su honestidad, su cruzada contra “los curros” y su capacidad para responder y explicar. **Javier Milei fue observado por la sociedad como partícipe necesario en una estafa en la que, o bien cayó por ingenuidad (idea que el Presidente intentó resignificar como “entusiasmo”), o bien fomentó con alevosía. Por un lado o por el otro, la narrativa de su probidad ya no cierra. > > Esto el Gobierno lo sabe. Sus influencers también. Desde el viernes de la semana pasada hasta ayer la conversación en Twitter vio un descenso notable de la actividad de los cibermilitantes más conocidos y altisonantes de La Libertad Avanza, al punto tal que se volvió un chiste entre usuarios críticos que la red social estaba despejada de trolls y recuperaba sus encantos de antaño. Naturalmente, esto no duraría para siempre. La caída en el Senado de la comisión investigadora y el encuentro de Milei con **Elon Musk** , sumado al intento de bombardear a la sociedad con diversos temas y encuadres (privatización del Banco Nación, acusaciones a periodistas y opositores de las mismas cosas que el Gobierno y sus comunicadores amigos acaban de ser vistos en flagrancia, etc.) volvieron a darle letra a los desorientados trolls, aunque sin la consistencia y coordinación que los caracteriza y con niveles de engagement posiblemente más bajos que los usuales. > Hay, sin duda, **una descomposici ón en el nivel de la celebración del Gobierno y la replicación de su narrativa en las redes. **Por el lado de sus cibermilitantes, en los desajustes propios de un relato que no puede tapar el sol con la mano. Por el lado de sus entusiastas y aprobadores, en una caída (quizás leve, pero caída al fin) de su confianza. Esto se verifica en usuarios que tienden a tener expresiones de aprobación para con el gobierno. Lo cual nos devuelve a los memes y a la pregunta inicial: ¿hay indicios de albertización? > La primera condición, como dijimos, es que los memes críticos sean compartidos por aprobadores y votantes del Gobierno. Memes críticos de Milei los ha habido desde la campaña presidencial: “ _Javier Delay_ ”, “ _Presiduende_” (luego mutado a “ _Presidengue_”) y el más reciente “ _Ponzidente_ ” son moneda corriente entre usuarios afines al peronismo y la izquierda. Quizás el más exitoso de estos memes —que expresa con contundencia la incivilidad de la discusión digital— es el tweet conocido por su frase “ _Ya tuvimos esta conversaci ón_”, que plantea que el Presidente carece de facultades cognitivas adecuadas y que la sociedad constantemente se olvida de ello. > Todos estos memes existen, circulan y dan encuadre a opositores para discutir contra el gobierno en las redes, pero no logran romper el cerco político como sí lo hacían los memes de Alberto. Los votantes del gobierno, los que aún lo aprueban (aunque con críticas) no los usan. Publicación viral de The Nippies, una cuenta de Twitter estadounidense que hace humor gráfico sobre el ecosistema cripto, que se hace eco de varios rumores populares y degradantes sobre la vida personal de Javier Milei, conocidos para el público local. El criptogate, sin embargo, parece haber mostrado una circulación de memes y discursos críticos también en comunidades no politizadas y cierta penetración de una discursividad opositora o crítica, como ocurrió con Alberto Fernández. Un ejemplo de ello se dio en el meme de los vasos de leche, con el que se hizo burla de la entrevista con **Jonatan Viale** como un caso de “periodismo ensobrado” (en los términos del Gobierno), es decir, comprado y dirigido por la política, una línea argumental del Gobierno que se le volvió en contra. Aunque estas burlas apuntan más contra el periodista (alguna vez apodado “gordito lechoso” por Alberto Fernández; de ahí el meme) inevitablemente lo vinculan al Gobierno, por ser este uno de sus mayores promotores en los medios y por el contexto del escándalo. > > > _Cuentas celebratorias de The Office, del Anim é y de Marvel que participaron en el meme de los vasos de leche, una burla a la entrevista de Milei con Joni Viale._ Un caso interesante, aunque aislado, se verifica en la utilización por parte de una cuenta afín al gobierno de la reversión del meme de Alberto _QPALPM_ con la cara de Milei. Esta imagen editada, que pone al actual presidente en el mismo rol desempoderado que su antecesor, fue generada por usuarios del hagoverismo (la comunidad de seguidores de **Tom ás Rebord** que se definen por la sigla H.A.G.O.V.: “hacer Argentina grande otra vez”) en los primeros días del mandato y era compartida recurrentemente para alimentar comparaciones posibles con los sucesos que marcaron el declive de Fernández (Vicentín, Vacunatorio VIP, Foto de Olivos, etc.). La utilización de esta reversión mileísta del meme de Alberto, por parte de sus partidarios, podría ser un pequeño punto de quiebre entre sus allegados de la imagen empoderada e intachable del presidente que suelen promover públicamente. > Sin embargo, volviendo a lo anterior, este no es un meme originado de la gestualidad propia de Milei. Aunque provenga de la política, la utilización de una imagen ajena como marco o template la asemeja a retomas de programas de televisión o de otras fuentes. Funciona más como una caricatura que como una foto. Por esa lógica, carece de la capacidad de los memes de Fernández de circular una imagen factual del personaje ridiculizado y, presumiblemente, de su poder de verosimilitud. En ese sentido, tampoco se vio hasta el momento, motivos visuales recurrentes de este estilo que se repliquen como iconogramas comunes en la conversación cotidiana, y que sean capaces de fijar en la atención y la memoria una caracterización negativa en particular. Si bien hubo, por parte de usuarios de cierta inclinación crítica, un intento de instalar un frame del presidente en la entrevista con Viale en el que muestra una expresión o gesto que lo asemeja a un desquiciado (como otros que ha dado en previas entrevistas, un ejemplo emblemático sería el de la entrevista con **Esteban Trebucq** luego de las elecciones generales de 2023), no pareciera hasta el momento que este haya circulado mucho más tiempo después de aquel episodio (por supuesto, podría resurgir). Esto no quiere decir que no haya elementos que fijen características de ese estilo en la conversación sobre el Presidente, simplemente que no pareciera hasta el momento haberse condensado en memes e imágenes reutilizables de mucha circulación, especialmente entre grupos neutrales y oficialistas. > > > Es indudable que hay un declive en la imagen del presidente. Es discutible que este sea permanente, especialmente mientras la historia del criptogate siga en desarrollo. La reaparición en la conversación de figuras como Alberto Fernández y **Horacio Rodr íguez Larreta**, que han podido asestar ambos golpes a la narrativa presidencial, alimentarán también una percepción de debilidad hasta ahora inédita para Milei. No obstante, pareciera que el camino hacia una albertización, aunque iniciado, todavía tenga muchos tramos y paradas por hacer, al menos en el terreno de los memes. > _NC/DTC_
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February 22, 2025 at 1:04 PM