tenía la sensación de que nada saldría como su esposo deseaba. Quedaba por ver si ella podría ganar algo—Nuestra hija debería ser reina, como mínimo. Pero pensar en tenerla lejos de mí… supongo que es cuestión de tiempo y mejor con una corona en la cabeza que sin ella.

—Habla por ti, anciano. Por mis venas todavía corre fuego y lo seguirá haciendo durante años— no había respondido a su petición. Era probable que Ned pidiera su opinión, pero dependiendo de la orden del Rey, la tomaría en cuenta o la ignoraría. Cersei se sentía hastiada ante tanto optimismo y

*es emo en Invernalia*

querrá de ti y de este lugar. No se lo des a cualquier precio, ¿hm? Antes de decirle que sí llevado por el honor y el cariño, pregúntame.

empujaría a obedecer las órdenes del venado coronado. Apretó la rodilla del hombre con fuerza, sobre todas esas capas de ropa era difícil dar con su carne, pero consiguió sentir el hueso bajo sus yemas— No creo en la tranquilidad. Robert es una tormenta impredecible, tú lo sabes mejor que yo. Algo

—¿Eso crees?— estaba segura de que el rey quería arrancar algo del Norte con su visita. Desconfiada por naturaleza, su cabeza ya había comenzado a maquinar. Lo peor era que estaba segura de que Ned no rechazaría ninguna petición de su amigo y rey. Quizá no por la amistad, si no por el deber que le

lado del Stark. Podía parecer frío, pero en sus brazos había encontrado calor en más ocasiones de las que podía recordar. Concedió a su petición—. Sansa está deseando conocer a los príncipes. Casi me resulta más cargante ella que Joffrey.

—Medio Desembarco…— la imagen de Jaime acudió a su mente sin permiso. Hacía años que no lo veía y, según sus cartas, formaba parte de la comitiva real que acudiría a Invernalia. Cersei no sabía qué esperar de aquel reencuentro. Prefirió desterrar el pensamiento por el momento y tomar asiento al

Stark— Y deberíais hacerle caso, si no queréis que me estalle la cabeza y tener que organizar un funeral a parte de la bienvenida al séquito real, ¿hm?

ellos en cuanto a opulencia. Era una cuestión de orgullo, aunque su esposo prefiriese llamarlo honor.

Tras una discusión breve con Joffrey, se dirigió al lugar de reposo del lobo. Nunca se acostumbraría al frío del exterior del castillo—. Por supuesto que lo hizo— apoyó la mano en el hombro del

A Cersei no le agotaba dar órdenes, pero sí que no se cumplieran sus expectativas. Debía estar todo perfecto y todavía se encontraba con detalles que no eran de su agrado. No es que le importase demasiado la comodidad y el bienestar del rey putero y su reina, pero sí deseaba quedar por encima de