— Oh.

Realiza una breve reverencia rápida al percatarse del rango del hombre, ¿Por qué sus sirvientes no le han advertido?

— Espero pues que vuestra estancia en mi reino haya sido provechosa, lord emperador. Una lástima que no pudiera recibiros.

El mencionar de la mujer de cabellos blancos hace que el cuerpo de Aidne se tense levemente. Contiene las ganas de preguntar por ella y, en su lugar, sacude la cabeza a modo de negación.

— No, no necesito a una sacerdotisa. Pero quizá pronto debamos movilizar algunas tropas.

— Sí, mejor será que cuidemos nuestras palabras en público.

Pese a todo, la Reina no quería alterar a nadie innecesariamente. A fin de cuentas, sus sueños eran premoniciones vagas y coomplejas de interpretar en la mayoría de los casos.

— ¿Ha sucedido algo importante en mi ausencia?

ismere me esperaba que ya lo hubiesen arreglado sigh, voy a cambiarlo y a esperar que no me fuckee la calidad

Aidne se dejó recoger entre los brazos de la otra reina, con expresión contemplativa.

— Amiga, debemos reunirnos cuanto antes. Mis sueños anuncian la llegada de cambios. —Expuso, lanzando una mirada nerviosa a su alrededor—. Ha sido un viaje largo, pero productivo.

Aidne chasqueó la lengua, todavía aletargada por su profundo sueño.

— Pues te lo recuerdo. Ven, debemos reunirnos de inmediato con el consejo. Mis sueños han venido cargados de turbulencias.

Muchas gracias por recibirme... —Leve vacilación—. ¿Cómo debo referirme a vos, caballero?

Cuántas veces te he dicho que no me hables así, me haces sentir vieja.

¡Wen!