Yo pagué otra ronda. Y callamos. Y miramos al infinito, que como dice Karmelo C. Iribarren, “está lleno de ti”

Escuchar la música que tiene el mundo a nuestro alrededor. ¿Y sabéis qué? Es una música maravillosa, que canta canciones de ti, de mí, de nosotros y estate seguro, que si es la gente de mi centro de salud es con quien la escucharé, aún será mejor.

El mundo tiene una música al girar. Si te paras un momento, si sacudes el ruido que hay alrededor, si puedes respirar y tomar aire, si dejas de tener ganas de llorar… es entonces cuando lo puedes escuchar. Y el viernes, en la cena, hicimos eso

Bailes en medio del ruido de las copas, contarme que te pensaste hacer cura, que te compraste un barco, lo mal que te caí al conocerme y luego no era para tanto… versos de una canción que vamos escribiendo

El viernes “ahogamos en vino nuestro pasado triste”. Risas en voces en las que hasta ahora solo había oído penas. Un abrazo entre dos personas que han estado rotas y que parecía simbolizar cómo, si lo pegas bien, los pedazos apenas se notan y forman de nuevo la imagen que fue.

Estuvimos otros que ya estábamos y que tratamos de apuntalar las vigas de este edificio en ruinas, alguno como @dandindan.bsky.social que nacieron aquí, en una consulta que nunca cierra, por si viene alguien que lo necesite. Otras como Estrella Sánchez-Gamborino que construyen futuros

Estuvieron las médicas nuevas con el jardín florecido que han traído consigo, las administrativas que permanecieron a las puertas del centro intentando que la gente pudiera salvar algo entre las ruinas, las enfermeras que en medio de la devastación apostaron por ser valientes