Pero quién celebraba a Moa cuando era maoísta?

La historia contada por sus protagonistas, en el corto documental "La cámara de la cárcel de Carabanchel", de Susana Martíns, que está en abierto en Youtube. Y muchas más historias sobre la prisión, a partir de mañana en librerías, aquí:

Las fotos de López, a diferencia de las de Wilhelm Brasse o Francesc Boix nunca pudieron ser utilizadas como prueba ante tribunal alguno, porque ningún tribunal ha juzgado los crímenes de la dictadura franquista.

La "cámara de Carabanchel" no fue la única. El PCE logró introducir un receptor de radio, desde el que sintonizaban La Pirenaica. Lograron colar incluso una cámara de vídeo, con la que grabaron un documental sobre los presos del 1001. No fue la única, pero sí la primera.

En algunas afloran rostros conocidos, como el de Joseba Elosegui, que había combatido en el Euzko Gudarostea en 1936, y que cumplía condena en Carabanchel por quemarse a lo bonzo y arrojarse contra la tribuna de Franco en un frontón en Donostia tres años antes.

Otras redoblan con descaro el desafío. Hay unas cuantas de los represores, de los funcionarios de prisiones, algunas incluso tomadas de frente.

Algunas de las fotos tienen una calidad plástica indudable. En ellas se nota el oficio de López.

Imágenes de camaradas que veían próximo el final de la dictadura, para los que la cárcel, además de un castigo, era un timbre de orgullo. Haber colado la cámara era un desafío.

Entre lo cotidiano, lo abyecto, lo que siempre se hurta de la iconografía oficial.

La mayoría de las fotografías se consiguieron gracias a la solidaridad de la comuna de la 3.ª Galería. Los presos empleaban sus cuerpos para camuflar a López mientras tomaba las fotos. En algunas son visibles partes de los cuerpos de los encubridores:

El reportaje clandestino es un espectáculo. Gracias a él disponemos de una ventana a la cotidianeidad de los presos políticos del tardofranquismo ajena a las imágenes propagandísticas del Régimen.

La introdujeron por piezas, aprovechando las comunicaciones con los abogados en los locutorios. Era una Pentax Spotmatic, con sus correspondientes carretes y dos objetivos, con la que López logró tomar 120 fotografías sin ser descubierto.

Juan López, reportero gráfico que cumplía condena en la 3.ª Galería por cubrir manifestaciones, se preguntó qué hacía un fotógrafo como él sin una cámara en el templo de la represión del franquismo. El aparato del ilegal FRAP se encargó de escamotear una dentro de la prisión.