La lujosa silla que había frente al escritorio en el que estaba sentada se movió invitando al contrario a sentarse.

— ¿Vino? La cosecha de este año es excelsa.

El ojo visible de Rhianwen se clavó en el contrario, no iba a negar que estaba claramente interesada en aquello.

— Eso tiene un precio.

Rhianwen sabía que no había nada que ella no pudiera conseguir y había pagado el precio por ello.

— Tomad asiento y contadme más.

Con un movimiento de mano, >

Con alguna de mis gentes? Haced lo que queráis, es la decisión de otros no mía. Yo ya tengo a mi propio demonio así que no me interesa.

Hizo un movimiento de mano como si le restase importancia al asunto.

— Mundano... Hace demasiado tiempo que dejé de ser "mundana".

Una copa de vino se materializó entre los dedos de la Reina.

— Puedo oler tu aroma de demonio, y he de decir que me interesa que estéis ante mi, lo difícil es saber para qué.

Un sorbo a su copa.

— ¿Habéis venido a hacer un trato>

— Convocaré reunión del concilio... Bueno, una reunión de ambas.

La mujer que, cubría uno de sus ojos miró a la reina de cabellos rosados.

— ¿Deseas que nos movilicemos a algún lugar?

Y la Regina abrió los brazos para rodear con estos a la única persona viva en la que confiaba.

— Has estado demasiado tiempo dormida.

Por supuesto que sí. Rhianwen movida por una natural curiosidad, extendió la mano derecha hacia las mariposas.

Malditos insectos... eran tan hermosos que quería apartarlos de su vista.