Ajjsjsja estamos igual de desmotivadas
Pero hay ganitas de volkacios guarretes, llegarán cuando menos se lo esperen 😳

Ñam ñam, el que come callado repite 😋💖

That the mood Maria, parece que es la época del año o algo (? 😔

Bailando con la panza de bebé, es que amo el concepto sjjsjsjs

Uuuhhh gracias maria reina, ahora les pego una miradita para hacerlo bien la próxima que suba algo 👀

Chiwi 😭😭😭

No sé qué clase de pesadilla habrá tenido pa preguntarle al ruso si le comía el culo 😔

—¿Qué pasa, tío?

—Nada...

—¿Cómo que nada, si me estás aplastando?

—Perdóname... —susurró.

—¿P- pero perdonarte de qué? ¿Qué tienes, Volkov?

Le llenó de besos el hombro, el rostro, el pecho.

⋇⋆✦⋆⋇

Tras un tonto forcejeo, Volkov logró arrebatarle las mantas y, en el proceso, observó una vez más la espalda con la cicatriz. Pese a las risas, sintió cómo la nube gris de la culpa volvía a ceñirse sobre él. Sin dudarlo, lanzó la cobija por los aires y abrazó una vez más al moreno.

Pero Horacio tomó las sábanas y se enrolló con estas, acostándose una vez más.

—¡Eh, eh! No te acabrones con las sábanas, coño. Venga, ¡da-me sábanas! —dijo haciendo fuerza para recuperar parte de las mantas.

Horacio abrió los ojos, dudando de si acaso debía confesar la verdad. Entonces dijo: —No sé. Ya lo olvide. ¡Bueno si ya estás bien, entonces volvamos a dormir, tío! ¡¿Por qué me despiertas a estas horas de la mañana?!

—¡Que no te he despertado, que has sido tú el que me ha dado de hostias!

—Pues eso. Estaba dándote mimos. Tenías una pesadilla y te estabas quejando, macho. No voy a ser tan cabrón de llegar y despertarte. Eso puede ser peligroso, coño.

—No... —respondió con una sonrisa incrédula. —No estaba teniendo una pesadilla... Ruso mentiros-

—¿Y qué soñabas entonces?

—¿Cómo que-...? Madre mía...

—Y estando dormido, eh... ¡Fffh! Imagínate despierto... Una bessstia.

—Ya, ya...

—¿Qué hacías encima mío, tio? Duerme en tu lado, ¿no? Es decir, para eso pedimos una cama grande en el cuarto...

—Estaba... dándote mimos.

—¿Qué?

—No... —dijo tras tocarse sobre el labio y notar la piel seca, sin rastros de sangre ni nada. —No, por suerte.

—Jooooder... —suspiró.

Guardaron silencio unos segundos, mirándose, esperando a ver qué ocurría con la nariz del ruso.

—Buen gancho, eh... —dijo Horacio con voz juguetona.