Como no podía ser de otra manera, la primerísima medida se dirige directamente en contra de los pequeños, los últimos culpables del problema.
No vaya que ser que puedan tener huevos o comerse un gallo por Navidad sin pasar por caja.
Todo da mucho asco, casi me dan ganas de contagiarme.
Como no podía ser de otra manera, la primerísima medida se dirige directamente en contra de los pequeños, los últimos culpables del problema.
No vaya que ser que puedan tener huevos o comerse un gallo por Navidad sin pasar por caja.
Todo da mucho asco, casi me dan ganas de contagiarme.