Dicen que cada vez que alguien nuevo entra a los Backrooms, una versión más del Susurrador nace.
Y que en el Nivel 0, todos sus rostros están colgados en las paredes.
Son miles.
Todos tienen los ojos cerrados.
Menos uno.
El tuyo.

Si lo miras a los ojos que no tiene, ocurre el desvanecimiento.
Tu cuerpo se queda quieto.
Tu mente entra en bucle.
Y El Susurrador... te copia.
Sí.
Copia tu forma.
Tu voz.
Tu rostro.
Y tú pasas a ser él.
Otro eco más atrapado en los pasillos.

Los que han escapado, dicen que deja pistas:
Llaves oxidadas.
Cuerdas que terminan en la nada.
Puertas entreabiertas con sangre seca en el pomo.
Y siempre, una nota.
Escrita con tu propia letra.
“NO LO MIRES.”

Algunas víctimas lo describen con la boca cosida…
Pero aún así habla.
Con tu voz.
Otros dicen que usa una máscara de carne y que sus manos no tienen uñas, solo piel estirada que gotea.
Todos coinciden en algo: no tiene ojos.
Pero te ve.

El Susurrador no camina.
Se arrastra.
Es lento, pero siempre está cerca.
Si te detienes, lo oyes más fuerte.
Si corres, lo oyes reír.
Y cuando su voz cambia de tono, ya es demasiado tarde.
Eso significa que ya está detrás de ti.

Pero lo peor no es el lugar.
Es lo que habita en él.
Se le conoce como El Susurrador.
Nadie lo ha visto realmente.
Solo se oyen voces. Tu voz.
Te llama desde las esquinas.
Te susurra cosas que solo tú sabes.
Cosas que jamás contaste.

Todo comienza con un zumbido.
Un bzzzzzz constante, como un tubo fluorescente viejo.
La moqueta bajo tus pies está húmeda.
El aire huele a humedad, a moho y electricidad.
No sabes cómo llegaste ahí.
Solo sabes que estás atrapado.
#Backrooms #LeyendaUrbana