tanta lucidez?
¡Pregúntenle!,
Dios nunca será el dios de los escépticos,
tampoco el nuestro,
porque nosotros ya solo somos vino
del que se apura pausadamente,
lejos de la mística que se apoltrona en las estrellas
y nos mira con una sonrisa complacida
tanta lucidez?
¡Pregúntenle!,
Dios nunca será el dios de los escépticos,
tampoco el nuestro,
porque nosotros ya solo somos vino
del que se apura pausadamente,
lejos de la mística que se apoltrona en las estrellas
y nos mira con una sonrisa complacida
que nos envuelven en burbujas
de eterna autocomplacencia".
que nos envuelven en burbujas
de eterna autocomplacencia".
Las luces a veces confunden. Ahora hay quién dice que las Luces de nuestro siglo son negras, se confunden con los espectros de la entreguerra.
¿Qué importa?. Todos sabemos que las luces son inseparables de la razón. Seguiremos sabiéndolo discernir.
Las luces a veces confunden. Ahora hay quién dice que las Luces de nuestro siglo son negras, se confunden con los espectros de la entreguerra.
¿Qué importa?. Todos sabemos que las luces son inseparables de la razón. Seguiremos sabiéndolo discernir.
Lord Byron
Lord Byron
parte de actos no históricos; y que ni a vosotros ni
a mí nos haya ido tan mal en la vida como podría
habernos ido se debe, en buena parte, a rodas las
personas que vivieron con lealtad una vida anóni-
ma y descansan en tumbas que nadie visita"
Eliot
parte de actos no históricos; y que ni a vosotros ni
a mí nos haya ido tan mal en la vida como podría
habernos ido se debe, en buena parte, a rodas las
personas que vivieron con lealtad una vida anóni-
ma y descansan en tumbas que nadie visita"
Eliot
Pero el futuro es transparente,
A través de él se refleja el pasado que será futuro,
Las mismas batallas y las mismas derrotas,
La misma hora detenida en la torre, las mismas salpicaduras de sangre en las espigas de la cebada.
Pero el futuro es transparente,
A través de él se refleja el pasado que será futuro,
Las mismas batallas y las mismas derrotas,
La misma hora detenida en la torre, las mismas salpicaduras de sangre en las espigas de la cebada.
ABRO HILO
ABRO HILO
¿Quienes éramos para no temer a los fantasmas de la vida, las sombras que vierten su amargura en el amor olvidado?, ¿quienes soñaban con las amapolas, con los peces iridiscentes, con la eterna y húmeda oscuridad de los años en soledad?.
¿Quienes éramos para no temer a los fantasmas de la vida, las sombras que vierten su amargura en el amor olvidado?, ¿quienes soñaban con las amapolas, con los peces iridiscentes, con la eterna y húmeda oscuridad de los años en soledad?.
Mientras en este país diminuto, ridículo, la realidad se agita con la grandeza de Cohen, el judio canadiense, porque habló de los acordes que un suicida español le enseñó en Montreal, porque amaba a García Lorca y a Granada.
Mientras en este país diminuto, ridículo, la realidad se agita con la grandeza de Cohen, el judio canadiense, porque habló de los acordes que un suicida español le enseñó en Montreal, porque amaba a García Lorca y a Granada.
porque escuchamos los sermones de nuestros profetas,
esos pastores que nos hablan desde la Primera, y la Segunda, y Antena Tres, y la Cuatro, y Telecinco y La Sexta, y La Siete,
porque escuchamos los sermones de nuestros profetas,
esos pastores que nos hablan desde la Primera, y la Segunda, y Antena Tres, y la Cuatro, y Telecinco y La Sexta, y La Siete,