La deslocalización es urgente y necesaria, una demanda social que además contribuiría a la distribución de la riqueza y sería positivo también para un Madrid ya desbordado.

Que no lo aceptemos no significa que no sea, por desgracia, una realidad, y no, no sólo es una cuestión de pobreza. Los estándares de exigencia de una persona racializada son mayores.