Hasta donde he entendido, se refiere a la ausencia de sistema alguno que sujete el tejado. No tiene vigas, ni contrafuertes ni columnas que lo sujeten más allá de las paredes donde se apoya. Aquí se ve desde fuera

Y hasta aquí la historia de la Piedra del Vituperio, uno de los castigos más originales del medievo. Y no es la única, existen otras piedras de la desgracia en Italia. Pero eso es otra historia 😉 y quizás os la cuente en otra ocasión.

También podían condenarte a prisión perpetua. Pero todo eso era poco cristiano y excesivo para San Antonio, así que se plantó ante el Consejo Mayor y los convención para relajar las penas. Ya no parece tan terrible que tus desnudas posaderas se azoten sobre el frío pórfido, ¿verdad?

Antes de las quejas del santo, el castigo era “tratto della corda” (garrucha). Un muy grimoso sistema por el que se atan las manos del prisionero a la espalda y luego se le eleva en el aire y se deja caer, dislocando las extremidades. Por eso un arco del edificio se llama “”volte della corda”

¿Os parece cruel e injusto, sobre todo si te condenaban en febrero? Pues esta es la versión suave, el castigo que quedó después de que San Antonio de Padua interviniese. Porque lo que decía la norma anterior era aún peor….

Pero es que si además tenías la desfachatez de volver a Padua, debías sufrir de nuevo esta humillación pública en la Piedra del Vituperio, con agravantes, ya que le arrojaban encima tres cubos de agua.

Como no es poco sufrir tocar una piedra helada con las partes pudendas, además debía haber público que oyese los grititos del fresco contacto. Al menos 100 personas. Después, el tipo debía abandonar la ciudad y exiliarse para comenzar una nueva vida en otro lugar.

Y es que si a un ciudadano se le declaraba insolvente, era conducido ante la piedra y obligado a despojarse de su ropa, para, culete al aire, sentarse y golpearse las nalgas tres veces contra la piedra, mientras repetía la frase "cedo bonis" (renuncio a mis bienes) tres veces.

Y aquí entra nuestra protagonista. Un bloque de pórfido negro en forma de copa con la parte superior plana, asentado sobre dos escalones, que lleva grabada en el borde la inscripción "Lapis vituperii cessionis bonorum". Una piedra elegante que ha visto demasiados traseros.

Los paduanos tenían un sistema de penas y castigos para las distintas infracciones entre los que estaba el impago de deudas. Una insolvencia que podía dejarte, literalmente, con el culo al aire.

Un lugar casi idílico donde se desarrolla la cultura, el arte, la política, la arquitectura… y la ley (¿sabíais que la primera materia que se estudió en la primera universidad occidental, la de Bolonia, fue, precisamente, la ley?).

Y con unos frescos atribuidos a Giotto patrimonio de la Humanidad, ojo cuidao al nivel. Un salón que hacía las veces de sala de gobierno y de tribunal de la ciudad.

Situémonos. Padua, norte de Italia, s.XIII. Se inaugura la segunda universidad más antigua de Europa, se construye el Salón de la Razón donde se desarrolla esta historia. El Salón es la sala en suspensión más grande en el mundo, con 81m de largo y una grandiosa bóveda de barco invertido de madera.

Porque hay películas malísimas y ya, y adaptaciones vomitivas, y también es verdad que pertenezco al lado que gruñe cuando Peeves no sale en Harry Potter o se ha negado a ver La brújula dorada (¿qué cojones "brújula" el aletiometro?). Pero es tal desperdicio de obra y de talento en la película...

Olympe de Gouges es, por cierto, la pluma que escribió esta bonita arenga.

...fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. (1791)