Todo lo que dice está en el perfecto «manual del AI bro», nada nuevo que no hayamos oído o leído ya. Cree que, en unos años, los artistas tradicionales se convertirán en un nicho del mercado del arte.

Él no se siente presionado para usar IAG, está encantado y convencido de que es la evolución.

Pfff, Virginia, ¡es que eres una ludita que se opone al progreso! Estás invirtiendo el eje de rotación terrestre por querer ejercer tu profesión, que lo sepas.

Así proceden las Big Tech, desarrollando proyectos y servicios de manera ilegal aprovechando vacíos legales y excepciones –también alterando leyes–, y actuando rápido para que nadie pueda impedir sus propósitos ni evitar los daños que provocan con sus «revolucionarios» productos.

Decir que hablar en contra de las LLM (el nombre correcto de las IAGens) es violencia es como decir que quienes denunciamos las condiciones en las que el capitalismo (el mayor impulsor de las IAs generativas) nos obliga a vivir y que nos obliga a aceptar para poder sobrevivir es violencia.

Lo más triste es que el ponente ha cumplido su cometido a la perfección, sabían muy bien lo que contrataban y lo que se podía esperar de la charla. La IA generativa atenta contra el concepto de biblioteca y de lo público para pasar a ser apropiado en manos privadas.

La compensación que ofrecen estas licencias que se pretenden instaurar está por debajo del beneficio de la explotación comercial (a perpetuidad) que hacen las BigTech de obras –no lo olvidemos– robadas. Con $3000 se vive un mes, así que no es una retribución justa, es un robo (otro) encubierto.

Estos centros de datos a hiperescala son los que albergan los servicios de IA generativa. Su consumo energético es mucho mayor que otras infraestructuras dedicadas a otros servicios digitales y su impacto medioambiental muchísimo más perjudicial. No usar IAG es una forma de limitar su proliferación.