Estamos ante un cambio estructural: la militarización del conocimiento civil y la tecnocratización del poder armado.

¿Quién diseña la guerra del futuro? ¿Quién la regula? ¿Quién se beneficia?

Meta, OpenAI y Palantir ya se sentaron a la mesa.

Y lo hicieron... con uniforme.

¿Puede nuestra región mirar esto con indiferencia?

Brasil, Chile y Colombia ya exploran asociaciones civiles-militares en IA y ciberdefensa.

Pero ¿con qué ética? ¿con qué supervisión democrática? ¿y con qué soberanía?

EE.UU. no se prepara solo para guerras de tanques y tropas. Se prepara para:

– Conflictos algorítmicos
– Guerra cognitiva
– Dominio del ciberespacio
– Control predictivo de escenarios

La guerra del futuro será preventiva, invisible y modelada por código.

La movida ha generado fuertes críticas.

¿Cómo garantizar que no haya uso indebido de información clasificada?

¿Cómo evitar que estas figuras influyan en futuras licitaciones o políticas militares que beneficien a sus propias empresas?

¿Y si estamos ante una forma sofisticada de lobby uniformado?

EEUU ya había incorporado civiles como oficiales técnicos desde la Guerra Civil: médicos, ingenieros, juristas.

Pero nunca con este nivel de exposición pública y potencial conflicto de intereses.

Ahora hablamos de ejecutivos de empresas que ya tienen contratos millonarios con el Pentágono.

Lo realmente disruptivo:

🔹 Se les otorgó el rango de teniente coronel (O-5) desde el inicio, algo que suele requerir 16–20 años de carrera militar.

🔹 Tendrán acceso directo a planificación, entrenamiento y estrategia.

🔹 Solo recibirán ~2 semanas de entrenamiento militar básico.

Sí, dos semanas.

El Detachment 201 es una unidad de innovación ejecutiva del Ejército estadounidense.

Su objetivo: fusionar la pericia tecnológica de Silicon Valley con las necesidades de defensa.

IA, robótica, ciberseguridad, logística digital. Quieren mentes que piensen como startups, no como burócratas armados.

Los nombrados:

– Andrw Bosworth, CTO de Meta
– Kevin Weil, CPO de OpenAI
– Shyam Sankar, CTO de Palantir
– Bob McGrew, ex director de I+D en OpenAI, actual asesor en IA

Todos forman parte del nuevo Detachment 201, un cuerpo militar de élite diseñado para atraer a mentes tecnológicas de alto nivel.

El 13 de junio de 2025, en la base militar de Joint Base Myer-Henderson Hall (Virginia), 4 altos ejecutivos de grandes tecnológicas fueron oficialmente juramentados como oficiales del Ejército.

Sí: uniformados, con galones. Pero no reclutas. Son tenientes coroneles.

Y siguen en sus cargos civiles.

Que quede claro: este "nuevo Irán" no será democrático, pero sí más calculador. Y el dato mas relevante: el riesgo de que acelere su programa nuclear en respuesta a la agresión externa de dos estados con armas nucleares ya montadas en ojivas y misiles, seguirá siendo la preocupación central.

Los ataques aéreos, aunque destructivos, difícilmente lograrán un cambio de régimen por sí solos. Pero, irónicamente, podrían acelerar una transición interna hacia un Irán más pragmático y menos ideológico. Eso sí, de linea dura y lejos de los intereses de EEUU e Israel.

El pueblo iraní, agotado por la guerra y las miserias económicas , anhela un héroe diplomático que les permita vivir para luchar otro día, no seguir una cruzada ideológica. La búsqueda de la soberanía pragmática sobre el puritanismo.

El resultado: el fin de la "larga hostilidad de Irán hacia Occidente" y el cierre de la Revolución de 1979. Una época que muere, sin la grandilocuencia que muchos esperaban. Es la realpolitik en su máxima expresión.

Estos pragmáticos están en sintonía con el pulso de la calle. El público iraní ha votado consistentemente contra los intransigentes. Buscarían una tregua y harían las concesiones necesarias sobre el programa nuclear para proteger sus privilegios y evitar más destrucción.

La "vieja guardia" está harta. Figuras pragmáticas como el expresidente Hassan Rouhani podrían volver. O quizás líderes militares como Mohammad Bagher Ghalibaf o Ali Shamkhani. Estos son los jugadores clave en el escenario post-Jamenei.

Este cambio es el resultado directo de los fracasos visibles y espectaculares del Líder Supremo Ali Khamenei. El Ayatollah, a sus 86 años , enfrenta a una élite económica, militar y política iraní que quiere, busca y necesita buena gobernanza y la prosperidad.

¿Quién lideraría este nuevo Irán? Oligarcas y generales de línea dura, no clérigos e ideólogos. Un estado persa que se parecería más a sus vecinos árabes. El elefante en el bazar puede moverse con cuidado.