35 años después, un montón de nenes repiten "agarrá la pala", como si supieran cómo se empuña, o la diferencia entre una de punta y una ancha.
Y lo mío no fue para poder comer. No puedo imaginarme lo que siente alguien que tuvo que hacerlo para subsistir, leyendo a estos chicos opas.
35 años después, un montón de nenes repiten "agarrá la pala", como si supieran cómo se empuña, o la diferencia entre una de punta y una ancha.
Y lo mío no fue para poder comer. No puedo imaginarme lo que siente alguien que tuvo que hacerlo para subsistir, leyendo a estos chicos opas.