Más que la crítica social, o el siempre apasionante contexto distópico, lo interesante es la relación entre los personajes. Desconocidos, rivales literalmente a muerte, con un objetivo común, EL objetivo, y se crean unos lazos afectivos durante la marcha tan férreos.

Un único, pero inmenso, escenario y un número generoso de personajes dan mucho de sí si juegas bien tus cartas, y el reto es importante cuando el juego consiste en algo tan básico como caminar.

A mí me encantó. Y sí, la ambientación (para los que hemos pasado tantas horas en el yermo) es la mar de acogedora. 😊

Poca broma, que la ceremonia de colgamiento de bolas no se puede tomar a la ligera.

Sin dejar de renococerle cierto mérito, a nivel técnico y artístico, a nivel narrativo me resultó insuficiente. Salvo los dos momentos impactantes en el tramo final, no cuenta prácticamente nada.