Que bien . Felicidades

Gracias. Creo que ha sido en general mas mala que buena.

Málaga es una ciudad preciosa, pero la Comi-con de Málaga ha sido, para mí, un desacierto total: muy mal organizada, incómoda, frustrante y, en mi caso, incluso mala para la salud.

Un final desastroso para una experiencia ya de por sí muy negativa.

Salvo la firma de Laura Agustí que fue muy maja y e pude comprar Furor botánico, la compañía en el viaje y lo maravillosa que es Málaga, todo lo demás ha sido un auténtico desastre.

Y el remate fibal vino con el tema de la comida. No dejaban salir del recinto porque el aforo estaba sobrepasado, así que te obligaban a consumir dentro. Tras hacerlo, terminé con una intoxicación alimentaria que me acompañó hasta el vuelo de regreso, vomitando en el avión.

como hacen festivales mucho mas modestos como Celsius o el propio Flem (que dicho sea de paso le dan mi vueltas). Para mi eso ya fue la gota que colmó el vaso.

Esto me enfadó profundamente. Un evento de estas dimensiones, celebrado en España, no puede depender de un sistema así. Hay que tener en cuenta que no todo el mundo habla inglés y que lo mínimo sería contar con traductores profesionales,

El resultado: una traducción incoherente, con frases que no tenían nada que ver con el tema tratado y, en muchos casos, la propia aplicación admitía “no entender” lo que se estaba diciendo.

Otro de los grandes problemas fue el sistema de traducción. Si llevabas tus propios cascos podías escanear un QR y acceder a una traducción automática al inglés mediante IA.

Una vez en el eventos, las colas eran interminables para absolutamente todo: para entrar, para mirar, para comprar, para moverte. No podías pasear, hablar ni disfrutar del ambiente.

Conseguir entradas para las charlas fue un suplicio. Se agotaba todo en cuestión de segundos; era inhumano y generaba una sensación de desgana desde antes de empezar el viaje.

La lista de invitados me pareció muy top: gente interesante, charlas que prometían mucho. Pero al ver la agenda descubrí que la mayoría de lo importante era el jueves y el domingo, y yo solo podía asistir viernes y sábado. En ese momento me resigné a no ver nada… y así fue.

Fui con las expectativas muy bajas; no esperaba nada en especial, ni ver a nadieñ. Y aun así, la realidad fue mucho peor.

Al principio, conforme se anunciaron invitados y actividades, reconozco que mi entusiasmo creció.