Enhorabuena, un abrazo!!

Frente a las fantasías securitarias de la extrema derecha, parte de la respuesta debería centrarse en enfocar los procesos y mecanismos que generan estas condiciones de opresión y empobrecimiento material sobre la población racializada, señalando también a quienes se enriquecen de ello.

A todo ello contribuye el racismo institucional (papeles, permisos de residencia, etc.) y el racismo social, discursos y comportamientos sociales que construyen un "otro" esencializado que encarna una serie de males sociales, lo que legitima un trato de excepción.

Esta segregación racial va más allá del trabajo. El porcentaje de población extranjera extracomunitaria en riesgo de pobreza o exclusión social se cifra en el 54%, duplicando al de la población española. Una población que vive en condiciones de privación material severa.

En el Estado español, el racismo juego un rol funcional para segmentar el mercado laboral. En estos trabajos en los que se emplea a población racializada predomina la informalidad, el incumplimiento de derechos laborales y los (muy) bajos salarios. El racismo modula las relaciones de clase.

A las empresas españolas les interesa tanto retener población en países con bajos costes laborales para deslocalizar actividad, como atraer población migrante para emplearla en malas condiciones en sectores que no se pueden deslocalizar (agroalimentario, hostelería, construcción, trabajo del hogar).