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Esperá, esperá que te damos algo —dice Mariela, y se saca las caravanas de acero quirúrgico para dárselas.
—Bárbaro, éstas me sirven para el próximo trueque —dice Mauricio y camina a la puerta.
(9/11)
Esperá, esperá que te damos algo —dice Mariela, y se saca las caravanas de acero quirúrgico para dárselas.
—Bárbaro, éstas me sirven para el próximo trueque —dice Mauricio y camina a la puerta.
(9/11)
Los tres quedan en silencio. El monoambiente derruido y oscuro con el único sonido de la vieja heladera de hierro.
—Yo me tengo que ir. Tengo varias entregas hoy —dice Mauricio y se incorpora.
—¿Cuánto te debo? —dice Esteban.
(8/11)
Los tres quedan en silencio. El monoambiente derruido y oscuro con el único sonido de la vieja heladera de hierro.
—Yo me tengo que ir. Tengo varias entregas hoy —dice Mauricio y se incorpora.
—¿Cuánto te debo? —dice Esteban.
(8/11)
—Sabíamos que estaba cada vez más complicado —dice Esteban.
—Y la policía está controlando el mercado negro —sigue Mauricio—. Y están en la joda. Ya no se puede confiar en nadie.
—Eso es lo que yo le digo a Esteban —dice Mariela.
(7/11)
—Sabíamos que estaba cada vez más complicado —dice Esteban.
—Y la policía está controlando el mercado negro —sigue Mauricio—. Y están en la joda. Ya no se puede confiar en nadie.
—Eso es lo que yo le digo a Esteban —dice Mariela.
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—Ahora sí, dale —dice ella y se sienta a su lado.
Esteban saca el nylon y con cuidado abre el paquete. Los dos quedan mirando el contenido.
—¿Cómo conseguiste? —dice Esteban, mirando a Mauricio.
—No fue fácil, el mercado negro está cada vez más difícil. Y además ya no se
(6/11)
—Ahora sí, dale —dice ella y se sienta a su lado.
Esteban saca el nylon y con cuidado abre el paquete. Los dos quedan mirando el contenido.
—¿Cómo conseguiste? —dice Esteban, mirando a Mauricio.
—No fue fácil, el mercado negro está cada vez más difícil. Y además ya no se
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Esteban abre el nylon.
—¡Esperá! —dice imperativa Mariela. Se levanta y cierra las cortinas de la ventana, no sin antes revisar los otros apartamentos del pozo de aire
(5/11)
Esteban abre el nylon.
—¡Esperá! —dice imperativa Mariela. Se levanta y cierra las cortinas de la ventana, no sin antes revisar los otros apartamentos del pozo de aire
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Ella con su remera gastada y el viejo jogging, lleva el pelo ya sucio en una colita para atrás. La cara sin maquillaje hace años.
(4/11)
Ella con su remera gastada y el viejo jogging, lleva el pelo ya sucio en una colita para atrás. La cara sin maquillaje hace años.
(4/11)
—Acá está lo de ustedes —dice dándoles un paquete envuelto en papel de embalaje y nylon.
Mariela pasa sus dedos regordetes y tantea el contenido. No confía demasiado en Mauricio.
(3/11)
—Acá está lo de ustedes —dice dándoles un paquete envuelto en papel de embalaje y nylon.
Mariela pasa sus dedos regordetes y tantea el contenido. No confía demasiado en Mauricio.
(3/11)
—No te psicopatees tampoco, seguro no es la policía.
Él duda. Se incorpora del sillón. Descalzo camina hasta la puerta. Apoya la oreja en la madera.
—Dale abrime —dice una voz del otro lado.
Esteban abre la puerta. Mauricio entra. Bajito y flaco como escarbadiente,
(2/11)
—No te psicopatees tampoco, seguro no es la policía.
Él duda. Se incorpora del sillón. Descalzo camina hasta la puerta. Apoya la oreja en la madera.
—Dale abrime —dice una voz del otro lado.
Esteban abre la puerta. Mauricio entra. Bajito y flaco como escarbadiente,
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