Los murales del templo, que representan ciclos de vida, muerte y renacimiento, refuerzan esta idea, llevando a los visitantes a reflexionar sobre el samsara (el ciclo del sufrimiento) y cómo liberarse de él.

Este lugar, como todos los templos budistas, se asocia con el concepto de tres mundos (Triloka): el mundo humano, el celestial y el espiritual. Se dice que el templo es un punto de encuentro entre estos mundos y que meditar allí permite a los fieles alcanzar un estado más elevado de conciencia

Se dice que, mientras la transportaban, se desató una tormenta que amenazó con hundir el barco en el que la llevaban. Los marineros oraron a la imagen del Buda, que paró la tormenta y los guió seguros hacia su destino.

Es también el espacio que alberga la estatua del Buda, en torno a la cual se congregan sus devotos a hacer meditación y oración. El Buda de este templo fue traído desde Sukhothai, la ciudad que se considera cuna de la civilización tailandesa.

El Ubosot, o sala de ordenación, es el corazón espiritual de los templos en Tailandia y su lugar más sagrado. Sus paredes están decoradas con murales que narran historias del Buda, la cosmología budista, escenas del Ramayana o escenas cotidianas de los devotos.

Incluso hoy, algunos lugareños creen que los espíritus vagan por los terrenos del templo, no para asustar, sino para protegerlo de influencias negativas.

Como los templos budistas en China, este tiene estatuas guardianas que lo protegen. La leyenda popular cuenta que, durante su construcción, los trabajadores realizaban ofrendas a los espíritus para garantizar la finalización del templo sin accidentes ni desgracias.