+ dedos de Coryo le rozaron la mejilla.

—Mejor... Ven, adentrémonos en el laberinto —los jardines tenían un enorme laberinto, perfecto para perderse un rato y alejarse de miradas indiscretas—. ¿O temes perderte? —Su sonrisa se hizo más pequeña y divertida.

+ adivinarlo, pero en su interior esperaba que la balanza se inclinara más hacia la verdad.

Le dedicó la sonrisa que habría derretido al corazón más frío. Labios perfectos, dientes perfectos. Livia parecía estar hecha a medida, por patrones para ser la mujer ideal. Su piel se erizó cuando los +

+ reacciones en ella cuando, hasta hacía unos minutos tan solo, habían estado al borde de la discusión. Pero estaba claro que los dos sabían interpretar muy bien su papel y mantener las formas. Al menos en público.

Hasta qué punto el cambio de actitud del Snow era real o fingido, todavía no podía +

La noche los recibió con una suave y refrescante brisa que alivio un poco el calor de Livia. Sin embargo, cuando sus ojos y los de Coriolanus volvieron a encontrarse, la joven volvió a sentir el sofocante calor llenando el ambiente.

Parecía casi surrealista que él pudiera provocar ese tipo de +

+ hasta que ambos se soltaron. Coriolanus era un hombre increíblemente atractivo, eso era evidente, pero los años le habían favorecido.

—Sí, por favor... Hace mucho calor aquí —o quizá era ella la que estaba sofocada.

+ en especial por la élite.

Pero Livia podía amar, aunque hasta ahora no había tenido ocasión de hacerlo. No era inmune al deseo, ni al afecto. ¿Lo sería Coryo?

Cuando la música se detuvo, la mano de la joven recorrió lentamente el hombro de él, para después bajar del mismo modo por su pecho, +

+ que podía ser una buena aliada... Porque una cosa estaba clara, y es que Livia Cardew no era ninguna santa. Siempre había destacado por su altivez y su lengua afilada, además de por su escasa empatía; esto, sin embargo, era un rasgo compartido por la mayoría de los ciudadanos del Capitolio, +

Coriolanus había cambiado, eso era algo que incluso ella podía ver. Siempre le había parecido inteligente y misterioso, pero ahora también le resultaba peligroso. Hasta qué punto quería estar cerca de un hombre así era algo que no sabía, pero tampoco tenía elección. Si al menos pudiera demostrarle +

+ de los años de la Academia imaginara que aquel chico acabaría siendo su marido. Irónico haber tenido el interés de conocerlo y no poder por culpa de su familia, y que ahora fueran ellos los que la unieran a él.

+ la gente, Livia se dejó guiar por Coriolanus, moviendo sus pies con la gracilidad de quien sabe bailar. En todo momento miraba a los ojos al que podría convertirse en su esposo, imaginándose a su lado y cómo podría ser una vida con él. Si echaba la vista atrás, le parecía imposible que la Livia +

+ dijeran de ellos.

Él la tomó de la cintura, arrimándola a su cuerpo, y Livia juraría que notó el calor de Coriolanus a través de la ropa. Con deliberada lentitud, la rubia deslizó la mano libre por su cuello hasta la nuca, para después descender de nuevo hasta el hombro y posarla ahí.

Entre +

Livia estaba acostumbrada a que las miradas se posaran en ella de forma habitual, pero en ese momento tuvo la sensación de que lo que miraban era algo más. Estaba claro que verlos tomados de la mano acabaría despertando habladurías, rumores, pero si finalmente se casaban poco importaría lo que +

+ donde primero pilló, y le entregó su mano enguantada.

—Será un placer...

+ compartes cama cada noche.

El sonido de la música acarició sus oídos. El bullicio repentino indicaba que un buen número de personas se habían animado a bailar. Entonces Coriolanus le ofreció la mano, invitándola a bailar, y ella lo miró con cierta sorpresa.

Sonrió levemente, soltando la copa +

—Debería serlo en un matrimonio —aunque este no se forjara por amor, sino por conveniencia. Si pasaban el resto de sus vidas juntos y, tal y como Coriolanus le había pedido, se eran fieles y leales, llegarían a conocerse. La máscara no puede mantenerse puesta eternamente con alguien con quien +

+ observándole. ¿Snow acababa de admitirle que su familia sí había sido tan pobre como se rumoreaba? Le sorprendió, aunque suponía que ya no tenía nada que perder.

—Ya sabes lo que te puedo ofrecer. Pero no me conocerás de la noche a la mañana, eso lleva tiempo.

+ maltrato al que su padre la había sometido siempre, con el beneplácito de su madre, por supuesto. Seguramente pensaría que no tenía ningún derecho a quejarse.

—No creo que realmente lo sientas, pero eso no importa. Ahora ya sabes la verdad... Aunque eso no cambia el pasado, ¿verdad? —Bebió, +

+ perfecta. Aun así, en el fondo se negaba a pensar que entre ellos no pudiera existir ni un mínimo atisbo de cariño o afecto. Le iría mejor si no albergara ese tipo de esperanzas, de eso estaba segura.

—No, no me lo permitían. De haberlo hecho... —Suspiró, dejándolo estar. No le hablaría del +