Encuentra más información en nuestro nuevo informe: “¿Un paraíso perdido? La lucha de Ecuador contra el crimen organizado”.

Avanzar hacia soluciones más duraderas requerirá la presencia permanente de más instituciones en las comunidades, redes de protección social más sólidas, una reforma penitenciaria y mayor efectividad en el combate a la infiltración en los puertos e instituciones estatales.

A nuestro modo de ver, es probable que el gobierno necesite recalibrar su estrategia para ser más efectivo.

Perseguir a los grupos criminales es esencial, pero una estrategia de seguridad sostenible también debe abordar las causas del aumento de la violencia en Ecuador.

El arresto o asesinato de jefes criminales también puede provocar la fragmentación de los grupos o tentar a grupos rivales a aprovechar la oportunidad para expandirse.

Ante la presión de las fuerzas de seguridad, los grupos criminales se adaptan. Se desplazan a nuevos territorios, captan nuevos reclutas, tejen nuevas redes de corrupción, diversifican sus fuentes de ingresos y buscan afianzar su control sobre comunidades.

www.crisisgroup.org/visual-expla...

Pero esa tendencia se revirtió y un repunte en los homicidios ha hecho que el primer semestre de 2025 sea el más violento de la historia del país.

Ecuador se enfrenta ahora a dilemas que hemos visto en otros países de la región.

Las operaciones conjuntas entre los militares y la policía, pilar de la campaña de combate al crimen organizado, tuvieron un éxito inicial.

Al final del 2024, se registró una caída en los homicidios y en los disturbios y masacres en las cárceles.

En enero de 2024, tras una ofensiva de las org. criminales, el presidente Noboa declaró la existencia de un conflicto armado interno, designó 22 grupos como terroristas y desplegó a los militares en prisiones y comunidades afectadas por la delincuencia.

www.crisisgroup.org/es/latin-ame...

Esta combinación de factores hizo que las tasas de violencia se dispararan, especialmente a lo largo de la costa del Pacífico.

Hoy, la preocupación por la inseguridad y la delincuencia marca la vida cotidiana de muchos ecuatorianos.

Al mismo tiempo, bandas más pequeñas, arraigadas en barrios desprovistos de servicios básicos y oportunidades laborales, compiten por dominar los mercados locales de extorsión y microtráfico, mientras intentan demostrar que pueden ser aliadas de las organizaciones más grandes.

Además, la escisión en Los Choneros a finales de 2020 fracturó el panorama criminal, desencadenando una brutal guerra territorial, en particular con Los Lobos, que rápidamente se convirtió en una de las organizaciones criminales más poderosas del país.

Su economía dolarizada facilita el lavado de dinero; sus puertos, red de carreteras y débiles controles fronterizos facilitan el transporte de drogas.

La corrupción y el debilitamiento institucional en prisiones y otras entidades también socavaron la persecución del delito.

Un conjunto de factores y vulnerabilidades internas también hizo de Ecuador más que una simple alternativa a las rutas de tráfico tradicionales. En muchos sentidos, representó una mejor opción para el crimen organizado.

Pero la reconfiguración del narcotráfico regional, la desarticulación de grandes cárteles, el aumento del tráfico en contenedores marítimos y el impacto del acuerdo de paz colombiano de 2016 favorecieron su transformación en una plataforma de exportación.

Debido a su ubicación estratégica entre Colombia y Perú, Ecuador ha servido durante mucho tiempo como corredor de tránsito para la cocaína, dado que estos dos países se encuentran entre los mayores productores mundiales de hoja de coca.