puedes tardarte aquí? Muévete. Demos unas vueltas ¿o tienes miedo de que te venza en una carrera?

— Elevó una ceja, dejando en el aire ese nuevo reto. —

—¿Se tomaba tanto tiempo y encima fingió que no sabía que la estaba esperando? Es el colmo. Todavía que era un caballero y así le pagaba. —

Si, yo.

—Para darle el toque a su aclaración innecesaria acaba dando una nueva calada a su cigarrillo y acaba echando el humo en su rostro. —

¿Qué tanto>

—Está a instantes de llamar a Prongs para que llegue pronto y acabar con el aburrimiento que lo atrapa al quedarse quieto pero no va a darle la satisfacción. Por eso acaba encendido un cigarro y opta por recorrer la distancia que lo separaba de ella y comienza a tocar la puerta. —

No estoy tan seguro de eso, Mckinnon.

—No hace nada por ocultar la risa mientras la sigue con la mirada y por ponerse cómodo. Por supuesto que no le hará caso y disfrutará cada segundo de fastidiarla con lo mismo. —

Vaya honor. Creo que te repetiré de vez en cuando para mantenerte alerta.

— La sonrisa baila en su expresión mientras se apoya en la pared de brazos cruzados en un gesto que dejaba claro que la esperaría sin prisa alguna. —

Que aburrida eres ¿te lo han dicho?

Buena idea. ¿Te espero?

¿Quieres saber cuántos escuché hoy?

Entonces desde que comenzó la conversación. Tampoco es que te perdieras de mucho a menos que quisieras escuchar un nuevo poema.

Dentro de una hora. ¿Te perdiste a Prongs anunciarlo por décima vez en la sala común?