Y supongo que ahí es donde ya no hay escrúpulo alguno. Da igual si le vendes tu nombre y tus palabras a un gobierno autócrata con respaldo popular o a un oligarca más bien tonto y mediocre.

Diiiiiiiles.

(Ya, ya deje de contestar. Ya aprendí que no puedo ponerme grosero. Pero bueno, en algún lado me tenía que desahogar).

Me acaba de pasar una que ya le dije amablemente que no puedo mañana, pero de todas formas quiere que le dé tips. Ya le di tips. Y ya me dijo que padrísimo, que ella de adolescente también daba “tours”. (Ya le dije que ajá muy bien, y que yo también y que qué oso). Y cierra con que es buen hobbie.

…pasado que me pescan en mis cinco minutitos y sí les contesto medio feo: que por qué creen que contactar a un desconocido a las 11pm pa preguntarle a qué museo debe ir al día siguiente les parece correcto.

Extraño lo que perdimos cuando se inventó WhatsApp.

…emocionadísimo por su contacto, que tengo todo el tiempo del mundo, que esto lo hago/hacía una vez cada año bisiesto y, sobre todo, que no es -no puede ser- trabajo. Realmente muchos se sacan de onda cuando digo: “ok, podría tal día y sería tanto”. O que de plano ya no contesto. También me ha…

Bueno, es que nunca se fue. Solo que sí estaba apendejado. Volvió como si ese año y medio nunca hubiera ocurrido.

El tema es que TODOS somos “creadores de contenido”.

Para el cajón de ensayos que nunca escribiré tendrá que venir aquel en el que narro “mi historia con Twitter”.

(No, no voy a recaer en el cigarro. Solo que era un efecto de la abstinencia que nunca se me hubiera ocurrido que pasara)