Estamos donde estamos porque a un montón de adolescentes calvos o con canas les molestaba ver mujeres jugando a videojuegos o maricas paseando de la mano por la calle. Y, en lugar de madurar y aceptar que hay todo un mundo más allá de su ombligo, lo convirtieron en el problema de todos.
Estamos donde estamos porque a un montón de adolescentes calvos o con canas les molestaba ver mujeres jugando a videojuegos o maricas paseando de la mano por la calle. Y, en lugar de madurar y aceptar que hay todo un mundo más allá de su ombligo, lo convirtieron en el problema de todos.