Es momento para priorizar aquello que hemos descuidado. Nos toca exigir a los gobiernos terminar con la impunidad, atender las carencias sociales y abrir caminos para que nuestras juventudes puedan construir sus proyectos de vida chida. Cerrar los ojos a las causas nos muestra sus enormes costos.

También es cierto que hemos tenido gobiernos permisivos y corruptos, que han convertido esta tierra de ferias, campeones, tradiciones y generosos destilados, en territorios donde las peores tragedias ocurren. El gobierno del espectáculo se esconde tras el telón y pretende desviar la atención...

Esas impunes injusticias nos han hecho los primeros en desapariciones, deforestación, incendios, crímenes sin castigo y en una violencia social que termina por desbordarse en el inerme espacio íntimo contra las mujeres y las infancias, y desde ahí nuestras estructuras sociales se resquebrajan.

Somos los primeros en ganancias pero pagamos de los peores salarios del país. En esta inequitativa distribución del valor se acumulan ingresos en pocas manos, mientras que en otras deudas, carencias e inequidades. Porque la justicia en Jalisco no funciona; de todos modos vendemos...

Los contrastes se volvieron tan evidentes como los muros que nos separan. Abandonamos también el campo. El descuido y la ilegalidad dejaron crecer a otro gigante que se alimenta de bosques, pueblos y personas. Dejó de importarnos la naturaleza en la carrera por dinero...

Así, sostenemos, justificamos y normalizamos la desigualdad. Subimos tanto el costo de vivir cerca, que expulsamos a territorios de abandono cada vez a más población, en donde la falta de un acceso digno a oportunidades fue creciendo a la par del resentimiento y la desesperación...

En medio de una falsa calma nos acostumbramos a los ostentosos frutos de esa planta; elogiamos el lujo como fin, sin mirar bajo la superficie. Nos lanzamos a una carrera por el brillo del oro y las vitrinas. Usamos las marcas para distinguir lo que vale y lo que se menosprecia ...

Después de leer este libro uno se da cuenta de la dimensión real del problema que significa el poder que ha ganado Elon Musk, y por otro lado recuerda el importantísimo papel que han jugado medios de comunicación comprometidos con la democracia, particularmente en el caso de Filipinas.