+ para intentar proezas contra la mesa de la cocina, aunque ganas no le faltaban. Pero allí, además, estaban expuestos si alguien entraba en la casa. En la planta superior estaban más a salvo de posibles visitas.

+ se había acariciado recordando aquellos momentos. ¿Cómo no hacerlo? Había sido el momento más erótico de su vida.
Suspiró en cuanto Peeta comenzó a acariciarlo por dentro del pantalón y enseguida humedeció la tela del boxer bajo su mano.

—¿Vamos a la cama? —Aún eran un poco novatos como +

Lo cierto era que Gale tenía bastante hambre y en cuanto Peeta le recordó la cena sus tripas rugieron con fuerza. Pero eso no detuvo al minero, que había empezado a desabrochar los pantalones del rubio.
—Yo tampoco he dejado de pensar en ello —confesó—. He pensado demasiado en ello... —Incluso +

+ masajeó sin cortarse ni un poco.

+ demostrado ser una caja de sorpresas.

—Te juro que no venía a esto... —Le susurró sobre la boca, sin dejar de besarlo, chuparlo, devorarlo—. Pensaba que hablaríamos sobre lo que pasó el otro día... —Pero prefería explorar su boca y chuparle la lengua. Le cogió el culo con ambas manos y se lo +

+ boca del rubio. No tardó demasiado en arrancarle la camiseta para poder abrazarlo y acariciarlo a sus anchas. Le encantaba el cuerpo fuerte y bien trabajado de Peeta. Era perfecto. Cómo alguien tan tierno podía ser a la vez tan impresionante era algo que le desconocía, pero Peeta había +

Lo cierto es que no había ido pensando en sexo, pero de algún modo estaba claro que iba a ser difícil reprimir las ganas de tocarse, especialmente cuando ya sabían lo que era estar juntos. Así que Gale se dejó quitar el jersey, hasta quedar con el torso desnudo, aunque continuó devorando la +

+ duro había sido todo ya.

+ tanta hambre que acababa babándose mirando el pan... Era difícil pensar en otras cosas cuando te dolía el estómago. Ahora trabajaba, pero había perdido la oportunidad de intercambiar provisiones por papeletas para los juegos y no pensaba permitir que ninguno de sus hermanos lo hiciera. Bastante +

+ dulce saliva, mientras enterraba una mano en su pelo rubio y lo atrapaba contra su cuerpo con la otra. Nunca había deseado a nadie así. Ni siquiera entendía ahora cómo era posible que nunca se hubiera fijado demasiado en el hijo del panadero. Tal vez porque normalmente siempre tenía +

En cuanto la boca de Peeta lo buscó, Gale perdió la poca contención que le quedaba. Se la devoró a bocados ansiosos, arrinconándolo contra la encimera de la elegante cocina. Peeta le provocaba hambre en todos los sentidos posibles. Enseguida se encontró batallando con su lengua, bebiendo su +

+ manos se deslizaron desvergonzadamente por su cuerpo hasta sobrepasar la cinturilla del pantalón y más abajo. Le acarició por encima de la ropa, sin ningún pudor—. No puedo dejar de pensar en ti, quiero estar contigo a todas horas...

Gale sonrió y continuó dejándole besitos en el cuello mientras colaba las manos bajo su camiseta para tener acceso a sus abdominales. Peeta era bajito, sí, pero tenía un cuerpo bonito y fuerte. Gale adoraba su rostro, la forma de su nariz, su pelo rubio.
—¿Qué me has hecho, Peeta Mellark? —Sus +

+ él, por escucharle hablar, por verle cocinar. Quería tocarlo y besarlo cada minuto del día. Estaba empanado en las minas, lo que no eran una buena idea. Y se le escapaban las presas cuando trataba de disparar. Por eso no había conseguido más caza que lo que había caído en las trampas.

+ seguir... —Le mordió el cuello de nuevo y estaba vez continuó dejándole suaves besos mientras sus manos se deslizaban por su vientre. Vale, estaba completamente enamorado de él. Ni siquiera sabía cuándo había sucedido ni por qué. Había sido tan fácil como respirar. Se moría por estar con +

—Lo siento... ¿Te he molestado? —Sabía que no, pero quería escucharlo de sus propios labios. Lo que había pasado entre ellos era algo muy fuerte y tal vez el rubio quisiese hablar del tema en algún momento. A Peeta se le daban bien las palabras, pero él era más de acción—. Porque me muero por +

+ madre y su hermana. Gale suponía que Haymitch agradecería la compañía, pero el tipo continuaba siendo tan arisco como siempre.

—Mmmmh... No sé qué huele mejor aquí —mordió suavemente el cuello de Peeta antes de separarse de él. Se estaba pasando, estaba claro.

+ maravilloso. Los vencedores recibían provisiones medio decentes, parecía, aunque la carne se la había proporcionado él. Les había llevado caza a los tres, aunque Haymitch siempre le daba con la puerta en la cara y Katniss estaba más tensa que nunca. Ella se había mudado a la villa con su +

+ con una manzana—. Lo siento —dijo, azorado—. Ayer no pude salir a cazar y hoy no había mucho que comer en casa. Los agentes de la paz parecen haber electrificado de nuevo la verja... No sé qué está pasando. Están inquietos.

Siguió a Peeta hasta la cocina, de donde provenía aquel olor +