Detesto a los grandes artistas (también los escritores) que cuando alcanzan un alto grado de aceptación se refugian en sí mismos y son su única y absoluta referencia. Es poco humano, porque lo humano es aprender algo nuevo cada día, estar abierto a lo que puede cambiarnos.

España es un estado con miles de novelistas en cinco lenguas donde se escriben poquísimas novelas. Por lo menos tres formidables escribió este hombre que hace cinco años que ya no está.

Leemos libros porque estamos en ocasiones en esos libros, esperándonos a nosotros mismos en una línea, en un párrafo escrito por otra persona.

Quizá esperamos ver sentimientos y quizá solo hay sensaciones. Huyen los sentimientos, se enrocan, se vuelven hacia sí mismos. Y cada vez más solos todos.

Estamos hartos de películas de superhéroes. Artículo de Iván Reguera.

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La persona más valiente que he visto en los últimos días ha sido una mujer. Tomen noten, señores.

El tumulto no es el hombre. El insulto no es el hombre. La persecución no es el hombre. Aunque la hagan hombres, sobre todo hombres, que no parecen hombres y no son dignos de ser considerados hombres porque no respetan a las mujeres.

Apelar al honor, a estas alturas, hablando de gente que solo cree en el dinero es un absurdo. Dejaron de creer en Dios, aunque nunca lo digan de palabra, y creen en el dios dinero. Su honor es nada y el dinero es su alimento espiritual. Ante eso, el honor de los vencidos.

Una página de mi novela Última noche en Granada.

¿No será la falta de empatía el gran problema de nuestro tiempo?