de artistas contemporáneos (Drautremere, Lacombe, @franferriz.bsky.social , @fernandovicente.bsky.social, Scafati). Siempre les cuento algo de su trabajo y de su vida que esté conectado con el texto o el estilo, escritores e ilustradores.

También xD

🤣🤣

Porque al final todo se resume en esto:
el futuro no se sueña, se diseña.

#ilustración #diseñoindustrial #diseñodejuguetes #creatividad #consultoría #diseñográfico

Ilustración. Diseño industrial. Juguetes. Diseño gráfico. Consultoría creativa.
Distintas formas de una misma enfermedad: imaginar algo y no poder parar hasta verlo real.

No busco trabajo. Busco movimiento.
Gente con ideas peligrosas. Proyectos que merezcan el insomnio.

En 2013 aparecí entre los 200 mejores artistas digitales del mundo.
En 2016, entre los 200 mejores ilustradores.
Etiquetas, listas, ruido. Lo que importa es seguir creando cuando ya no necesitas demostrar nada.

Porque esto, lo que sea que tengo dentro, si deja de arder, me mata. Sigo dibujando.
Sigo escribiendo.
Sigo ganando.
No porque el mundo aplauda, sino porque siento que a mis cuarenta y seis, soy más yo que nunca.
Y eso, en esta industria de humo y filtros, es casi un puto milagro.

Me va bien a veces, otras no. Lo digo sin modestia. Me gano la vida con lo que amo, aunque a veces duela más de lo que debería y me haga sufrir.
Y cuando por fin logras eso, descubres que el vértigo no se va.
Ya no temes no llegar, temes dejar de sentir.

Es levantarte sabiendo que vas a sangrar un poco en cada proyecto y hacerlo igual.
Es una mezcla rara entre resistencia y fe: creer que, aunque nadie entienda lo que haces, algo de eso tiene sentido.
Y, joder, lo tiene.

Con los años descubres que el arte no se vende: se defiende.
Y cuando lo haces bien, te pagan por ser tú.
No hay mejor victoria.

Ser artista no es sufrir por deporte, pero duele.

Los clientes seguirán pidiendo imposibles:
“Algo nuevo, pero que no asuste.”
“Algo artístico, pero que venda.”
“Algo con alma, pero que tenga revisiones ilimitadas.”
Y uno aprende a navegar entre eso y la necesidad de no traicionarse.

No todo lo que hago lo enseño. Hay dibujos que no subo, porque no son contenido, son cicatrices. Los guardo como quien guarda cartas que no va a enviar. Son recordatorios de que todavía hay algo dentro que merece ser contado, incluso cuando no conviene mostrarlo.

Mientras otros corren detrás del like, yo sigo construyendo a largo plazo. Y el largo plazo, por aburrido que suene, acaba ganando. Porque el arte verdadero no busca atención, busca permanencia.

Luego está el algoritmo, ese dios menor con hambre de ruido, premia lo rápido y castiga lo sincero. Igual que generalmente, premia el contenido nazi y cuanto más a la izquierda, más te castiga. Pero ya no me importa.

La culpa también sigue aquí, claro. Esa voz de mierda que te susurra “podrías hacer más”. Y puede que sí, pero sin esa incomodidad no habría evolución. La culpa y la curiosidad son gasolina. Queman, pero te mueven.