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En lugar de la propiedad de la tierra, los actores dominantes en el tecno-feudalismo controlan la propiedad de la infraestructura digital, los datos y las redes sociales. Esto cambia la dinámica de poder y las relaciones económicas.

Los gigantes tecnológicos, como Facebook y Google, ya tienen un poder significativo para determinar qué tipo de contenido es visible y accesible para los usuarios.

Este modelo también pone en riesgo la democracia, ya que las grandes corporaciones pueden influir en la política, controlar la información y manipular la opinión pública.

El tecnofeudalismo lleva a una forma de opresión digital, donde las empresas tecnológicas se convierten en una especie de "nobleza moderna" que explota a los "siervos digitales" (los usuarios y trabajadores), creando un sistema que limita la autonomía y la libertad personal.

A medida que las grandes plataformas se imponen en la vida cotidiana, las opciones de los individuos y las empresas para actuar fuera de sus ecosistemas se reducen, similar a cómo los campesinos medievales estaban atados a los feudos y dependían de los señores para su sustento.

Empresas como Google o Meta (Facebook) pueden influir en lo que la gente ve, lee y consume, lo que genera una forma de control similar al que los señores feudales ejercían sobre los territorios y las personas a través de la propiedad de la tierra.

En el tecno-feudalismo, el control de la información, los algoritmos que determinan lo que las personas ven y consumen en línea, y la manipulación de la comunicación son una parte fundamental del poder.

Aunque los trabajadores, usuarios o consumidores participen activamente en la economía digital, no tienen el mismo poder ni los mismos beneficios. Esto genera una desigualdad de poder y riqueza, con un pequeño número de actores dominando la economía global.

Así como en el feudalismo clásico existía una clara división entre la nobleza terrateniente y los campesinos, en el tecno-feudalismo hay una creciente brecha entre las grandes corporaciones que controlan la infraestructura digital y los trabajadores o consumidores.

Al igual que en el feudalismo, donde los siervos trabajaban la tierra para los señores feudales, en el tecnofeudalismo, los datos de los usuarios son explotados por las empresas para maximizar ganancias, sin que los usuarios reciban compensación justa por el valor de esos datos.

Los usuarios, tanto individuos como empresas, dependen de plataformas centralizadas para acceder a servicios, comercio, información, trabajo y entretenimiento. Estas actúan como intermediarios a través de los cuales se realiza casi toda actividad económica y social en línea.

En lugar de que el poder se distribuya entre una variedad de actores, en el tecnofeudalismo se concentra en unas pocas gigantes tecnológicas, que tienen control no solo de la infraestructura digital sino también de los datos, algoritmos y hasta de las conductas de los usuarios.

Hoy, unas pocas grandes empresas (como Amazon, Google, Facebook, Apple, Microsoft, etc.) ejercen un control enorme sobre la economía global, los datos y las interacciones sociales, creando una especie de "feudo" digital. Esto está cada vez más legitimado por el poder político.