quitándole peso al asunto con un ademán gentil, del mismo modo que hizo con su pierna buena al balancearse para apoyarse brevemente sobre la prostética.

— Es un placer, Yennefer.
¿Eres de por aquí?

Si al final no lo hubiese querido, se lo habría tomado ella; no obstante se alegró de que le concediera el voto de confianza. No enmendaba su error, pero de algún modo sintió que casi lo compensaba. Así fue que acabó sonriendo.

— Bueno, nadie se muere por ser un poco amable —respondió,

no está envenenado pero comprendo que desconfíes.
Otra vez será.

— Neve Gallus. —Después de tan desastrosa primera impresión lo mínimo que le debía era no mostrar reticencia al dar su nombre o su mano, la cual le tendió después para, si se lo permitía, regalarle un apretón firme pero gentil.

— No tienes por qué tomar el café si no lo deseas. Te aseguraría que

— Disculpa —añadió, sacudiendo la cabeza en una reprimenda silenciosa. No debería actuar estando aún medio dormida—. Es que pareces cansada. Y no es el mejor del mundo, pero pensé que te serviría más a ti que a mí.
Aunque por lo visto puede que esté equivocada.

precioso, sí, pero hasta las flores más delicadas podían esconder espinas y ella, desde luego, no tenía interés en el riesgo de pincharse.

Porturaria no se lo iban a creer.

Rodeó la orilla en silencio. Estaba tratando de ser tan cautelosa que hasta había contenido la respiración de manera inconsciente. Quería quedarse con los detalles antes de regresar por donde había venido, más sin arriegarse a alertarle de que estaba allí. Era

excesivamente adornada y eso le gustó, incapaz de hilar que se encontraba ante un dracónido. Supuso, en parte por su tranquilidad, que se trataba de un reptil exótico y se sintió afortunada de estar ante la presencia de una criatura que quizás fuese única. Cuando lo contase en Ciudad