Eduardo Adams
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Eduardo Adams
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Aspiración: ritmo, sencillez y epifanía. Resultado: solemnidad ridícula. Ventana ocasional de Dōmo Arigatō, poeta y robot.
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Esto escribió la francesa Marie de Gournay, filósofa y teóloga católica, nada menos que en 1622, sobre los dichos de Pablo de Tarso acerca de quién es la cabeza de quién entre el hombre y la mujer:
Si se creyera que las escrituras ordenan a la mujer ceder ante el hombre, como persona indigna de oponerse a él, véase lo absurdo de la deducción: la mujer se encontraría a sí misma digna de haber sido hecha a imagen del Creador, digna de participar en la santa Eucaristía, de disfrutar de los misterios de la Redención, del Paraíso y de la Visión, e incluso, de la posesión de Dios; pero no sería, sin embargo, digna de las excelencias y de los privilegios del hombre. ¿No sería esto declarar al hombre más valioso y ponerlo por encima de todas estas cosas y, por tanto, cometer la más grave de las blasfemias? Marie de Gournay, Igualdad de los hombres y las mujeres (1622)
February 23, 2025 at 2:12 PM
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Hace poco más de once años despertamos en nuestra primera mañana en Madrid. El azar y una búsqueda minuciosa han permitido esta serie de anagramas de nuestros nombres (cada línea tiene las mismas letras de «Maria Alejandra y Eduardo»): versos de un poema que ha querido evocar y celebrar ese día.
Aurora ya lejana de Madrid (anagramas) ¿Domar un día de ayer? ¿Ajar la arena? Amor, deja ir la duda y ayúdame a adorar el jardín de la yedra arruinada, moja de nardo la yermada jauría y el árido ramaje. Nada dura una era de maldad y roja ira, y arda o duerma Alejandría, o la ardua nada rija y medre, raya el día: raudo manjar de dorada miel y jade. Una rara aurora ya lejana de Madrid arde en la mirada: dura joya, rayo en la urdida marejada, jurada melodía de arrayán. (En la imagen, una rama de mirto o arrayán, arbusto consagrado a Venus)
January 6, 2025 at 1:09 PM
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Rosario Castellanos, de Tres poemas, en Lívida luz (1960)
II Los ojos del gran pez nunca se cierran. No duerme. Siempre mira (¿a quién?, ¿a dónde?), en su universo claro y sin sonido. Alguna vez su corazón, que late tan cerca de una espina, dice: quiero. Y el gran pez, que devora y pesa y tiñe el agua con su ira y se mueve con nervios de relámpago, nada puede, ni aun cerrar los ojos. Y más allá de los cristales, mira.
November 16, 2024 at 8:54 PM