( # ᴍᴜʟᴛɪsʜɪᴘ # ᴏᴄ ) ❪ 𝙡𝙚𝙬𝙙 𝙖𝙘𝙘
ᅠ • 𝙣𝙨𝙛𝙬 ❫ 𝙀𝖝𝖔𝖗𝖈𝖎𝖘𝖙𝖆 ━╋ ̵𝐝̵𝐞̵𝐯̵𝐢̵𝐥̵ ° ᴡ!ᴛᴄʜ
En los meses siguientes, recorrió caminos
Se ganó fama en los márgenes: nadie quería admitir que la conocía, pero todos sabían quién era.
Reika Mikage: la mujer que habla con demonios y decide si mereces vivir.
Se ganó fama en los márgenes: nadie quería admitir que la conocía, pero todos sabían quién era.
Reika Mikage: la mujer que habla con demonios y decide si mereces vivir.
En su bolso llevaba ofuda, sal negra, una cámara con película antigua, una navaja afilada y libros en idiomas que no enseñan
En su bolso llevaba ofuda, sal negra, una cámara con película antigua, una navaja afilada y libros en idiomas que no enseñan
Empezó a llamarse a sí misma exorcista, aunque su método distaba mucho de la tradición. No siempre expulsaba. A veces sellaba. A veces estudiaba. A veces…
Empezó a llamarse a sí misma exorcista, aunque su método distaba mucho de la tradición. No siempre expulsaba. A veces sellaba. A veces estudiaba. A veces…
Reika lo escuchó. Aprendió. Y después, lo dejó atrás.
Porque ella no quería redención.
Quería poder.
Se ofreció como “intermediaria” en ciertos círculos. Aquellos que sabían demasiado y no podían actuar. O que deseaban eliminar
Reika lo escuchó. Aprendió. Y después, lo dejó atrás.
Porque ella no quería redención.
Quería poder.
Se ofreció como “intermediaria” en ciertos círculos. Aquellos que sabían demasiado y no podían actuar. O que deseaban eliminar
Y entonces, encontró la forma de usarla.
Y entonces, encontró la forma de usarla.
Sin nombre, sin templo, sin refugio.
Apenas mayor de edad, apenas dormida.
Con un cuaderno lleno de símbolos y un silencio instalado en su garganta como un altar roto.
Fue entonces cuando llegó al pueblo de Halveth,
Ni de gozo.
Una sonrisa lenta,
de quien por fin ha comprendido que no es impotente.
Que el fuego que lleva dentro no la devoró.
Y por primera vez,
la voz que duerme en su interior le susurró:
“¿Ves? No necesitas mi permiso. Solo tu rabia.”
Ni de gozo.
Una sonrisa lenta,
de quien por fin ha comprendido que no es impotente.
Que el fuego que lleva dentro no la devoró.
Y por primera vez,
la voz que duerme en su interior le susurró:
“¿Ves? No necesitas mi permiso. Solo tu rabia.”
Otro devorado por cuervos que no dejaron plumas.
El último, desaparecido, pero su voz aún se escucha los días de niebla.
La niña fue llevada por Reika a un lugar seguro.
Y antes de partir, frente a los que la miraban temblando…
sonrió.
Otro devorado por cuervos que no dejaron plumas.
El último, desaparecido, pero su voz aún se escucha los días de niebla.
La niña fue llevada por Reika a un lugar seguro.
Y antes de partir, frente a los que la miraban temblando…
sonrió.
Los nombres de los culpables fueron escritos en sal, y luego absorbidos por la tierra.
Al día siguiente, nadie hablaba.
Los tres responsables más crueles…
habían muerto.
Los nombres de los culpables fueron escritos en sal, y luego absorbidos por la tierra.
Al día siguiente, nadie hablaba.
Los tres responsables más crueles…
habían muerto.
No fue espectáculo.
No fue fuego vengativo.
Fue preciso.
Las puertas se cerraron solas.
No fue espectáculo.
No fue fuego vengativo.
Fue preciso.
Las puertas se cerraron solas.
De ser una de ellas.
No le dieron opción.
Quemaron la casa donde Reika dormía.
Pensaban que estaba dentro.
Pero no lo estaba.
Ella los vio.
Los escuchó reír mientras las llamas bailaban.
De ser una de ellas.
No le dieron opción.
Quemaron la casa donde Reika dormía.
Pensaban que estaba dentro.
Pero no lo estaba.
Ella los vio.
Los escuchó reír mientras las llamas bailaban.
Todo cambió cuando Reika la defendió públicamente,
cuando dijo: “no está enferma, está despierta.”
Esa noche, el pueblo se organizó.
La acusaron de influenciar a la niña.
Todo cambió cuando Reika la defendió públicamente,
cuando dijo: “no está enferma, está despierta.”
Esa noche, el pueblo se organizó.
La acusaron de influenciar a la niña.
Una pequeña que veía lo invisible.
Que dibujaba sombras con tiza y les ponía nombres en un idioma que no conocía.
Una bruja en ciernes, como ella lo fue.
Demasiado parecida a ella.
Los aldeanos la consideraban maldita.
Una pequeña que veía lo invisible.
Que dibujaba sombras con tiza y les ponía nombres en un idioma que no conocía.
Una bruja en ciernes, como ella lo fue.
Demasiado parecida a ella.
Los aldeanos la consideraban maldita.
Un enclave europeo —mitad leyenda, mitad prisión— donde la gente aún hablaba en susurros de brujas,
pero no por respeto… sino por odio.
Un enclave europeo —mitad leyenda, mitad prisión— donde la gente aún hablaba en susurros de brujas,
pero no por respeto… sino por odio.
Reika no recuerda su nacimiento.
Solo el eco de los tambores.
Solo la sal en el aire.
Solo las sombras de los monjes que no tenían rostro.