Cada tirano domina a un pueblo que no ama, precisamente porque es un pueblo que ha necesitado un tirano, una nación hecha de gente que, asustada por las cargas de la libertad, ha formulado el sueño de un mundo infantil, dejado en las manos de la guía paterna de un déspota de mano inquebrantable.
Cada tirano domina a un pueblo que no ama, precisamente porque es un pueblo que ha necesitado un tirano, una nación hecha de gente que, asustada por las cargas de la libertad, ha formulado el sueño de un mundo infantil, dejado en las manos de la guía paterna de un déspota de mano inquebrantable.