La entrada a esta vivienda, en un callejón con pendiente y adoquines irregulares, presenta un escalón sin alternativa accesible. El diseño del entorno convierte lo cotidiano en una barrera y limita la autonomía de muchas personas.
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Este baño de una universidad pública no dispone de ningún espacio adaptado. La falta de accesibilidad excluye a parte del alumnado y vulnera el derecho a la educación en igualdad de condiciones. La accesibilidad no es un extra, es una obligación.
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Entrada con escalón en una tienda del barrio. Un desnivel así basta para impedir el acceso a personas con movilidad reducida o carritos. La accesibilidad no es un detalle: es permitir que todas las personas puedan participar de la vida cotidiana. #sharediversitas #diversidaduoc1

Este contenedor solo puede abrirse con el pie. Para muchas personas con movilidad reducida, esta simple acción es una barrera invisible. El diseño urbano debe adaptarse a todos los cuerpos, no al cuerpo “estándar”.

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Este portal, como muchos en Barcelona, sigue sin ser accesible. La falta de rampa o ascensor impide a muchas personas entrar a su propio hogar sin ayuda. La accesibilidad no es un lujo, es un derecho básico.

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Este semáforo, como muchos en Barcelona, carece de sonido o señal táctil. Para una persona con discapacidad visual, cruzar aquí es un riesgo. La accesibilidad también se escucha y se siente.

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