Servir a Dios
Servir a Dios
Magullada y llorando se abrazó a mí, y me dió las gracias infinidad de veces. La rodeé con mi capa blanca para reconfortarla.
Cuando vi sus ojos, me levanté y me marché sin decirle nada.
Magullada y llorando se abrazó a mí, y me dió las gracias infinidad de veces. La rodeé con mi capa blanca para reconfortarla.
Cuando vi sus ojos, me levanté y me marché sin decirle nada.
Pero no.
Abrió lentamente sus párpados. La lluvia amainó y la niebla se marchaba para que sus ojos cansados pudiesen contemplar la obra de la que había sido partícipe en nombre de Dios. Ya no volvió a ser el mismo.
Ni siquiera por amor.
Pero no.
Abrió lentamente sus párpados. La lluvia amainó y la niebla se marchaba para que sus ojos cansados pudiesen contemplar la obra de la que había sido partícipe en nombre de Dios. Ya no volvió a ser el mismo.
Ni siquiera por amor.