No siempre es bueno vivir en torno a objetivos, aunque sí es vital tenerlos. ¿Qué quiero decirte con esta aparente contradicción?

Dime algo: ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que tus problemas eran culpa de alguien a quien ni siquiera conoces? Es una sensación seductora, casi eléctrica. De repente, tu frustración tiene un rostro, una nacionalidad o una creencia a la cual señalar. Pero cuidado, porque en el momento en que compras ese discurso, te conviertes en la pieza de un tablero que no manejas. Aquí la paradoja: nos prometen unidad señalando a "los otros", pero lo único que logran es que acabes tan solo y dividido como el país que intentas "salvar".

A veces te preguntas si el sentido de las cosas que has abrazado es realmente el correcto. Cuando un pequeño elemento parece no encajar, todo a tu alrededor parece quebrarse también. Sientes que esa grieta mínima amenaza con derrumbar toda la estructura de tu vida.

​¿Alguna vez has enviado un mensaje a corazón abierto a alguien importante solo para recibir un pulgar arriba o un emoji de corazón como respuesta?