en ruinas.

dejado de balancearse y era apenas una tímida fuerza la que ejercía en la mano del hombre silencioso.

— Ahí —señaló con la barbilla una iglesia

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Se estaban internando cada vez más en la parte antigua de la urbe, donde algunas Iglesias yacían a merced de la intemperie y la ruina empezaba ser colonizada por musgos densos y enredaderas de aire romántico.

— Parece que se está deteniendo —murmuró la hermana con cautela. El péndulo había

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— Vayamos.

(...)

La noche había caído y los había envuelto mientras paseaban por las húmedas calles de Londres. El Támesis había dejado de oírse y el único susurro nocturno que existía era el de sus respiraciones agitadas mientras el péndulo los iba guiando con premura por los empedrados.

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bsky.app/profile/aren...

Alistair bajó para ir su lado.

—"No lo sé, sale en mis sueños"

Es lo que dijo como respuesta al dibujo y ante la siguiente, el brujo movió los dedos para deletrear el nombre del demonio triple y del tiempo

B A L A A M

—" El demonio que buscamos es caótico, el del tiempo según los escritos no lo es "

Algo en la consciencia »

> última pista de este demonio.

No quería volver a pronunciar su nombre. Por si acaso.

— Todos los demonios son... Demonios. Caótico no creo que sea una categoría por la que se puedan clasificar.

Aline murmuró una oración rápida y besó su crucifijo. Después lo dejó caer sobre su pecho.

— Está bien. Salgamos a buscar la

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— Balaam.

Pronunció en voz alta. Sintió un escalofrío recorrerle toda la columna vertebral.

— Uy —murmuró. Miró a su alrededor, confusa—. ¿Has notado eso?

Miró fugazmente al brujo antes de alargar la mano a su crucifijo. Esperó unos segundos más pero nada ocurrió. Frunció el ceño.

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— Novicia más bien. ¿Vendrás a mi ceremonia para tomar los votos? Habrá vino.

Alzó las cejas con cierta diversión. El vino de la eucaristía no era apto para consumo festivo pero era una broma interna suya.

— ¿Quién es? —preguntó. Se acercó para poder observar con más detalle el dibujo —. ¿Cómo se llama ese demonio? Quizá su nombre nos guíe hacia el verdadero que está provocando esto.

Dejó el dibujo nuevamente sobre la mesa y miró al gato. ¿De qué se reía?

— No me gusta tu gato.

Lo miró con cara de pocos amigos. No le gustaba que fuera siempre manchado de sus pinturas, hecho un cristo. Le gustaba la limpieza más de lo que le gustaba admitir. Eso le calmaba, le ordenaba los pensamientos. Señaló el dibujo que había provocado esos dedos teñidos de carboncillo.

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Aline sentía que llevaba ella sola todo el peso de la misión, aun cuando le habían dicho que Dante estaba versado en demonología.

— Dante —lo llamó, acercándose a él, con los ojos aún entornados—, ni se te ocurra tocar nada con esos dedos.

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