Sin ser una maravilla, es una buena película de gore y humor negro ochentero. Su único problema es cuando trata de tomarse a sí misma demasiado en serio. Y sus mejores momentos, los surrealistas ataques de Art, que no son necesariamente los más sangrientos.

Art sigue siendo el protagonista, pero ya no absoluto: esta vez le comen gran parte del metraje la terrorífica Vicky y Sienna, una heroina que en breve estará a la altura de personajes como Laurie Strude en Halloween o Sidney Prescott en Scream