Editorial. La España Descarrilada
Lo más grave de nuestro día a día como ciudadanos de este país llamado España Sociedad Anónima no son los escándalos de corrupción política que día sí y día también salpican los titulares de prensa, porque no son otra cosa más que el síntoma de una grave enfermedad que amenaza con cargarse a una de las naciones más grandes de todos los tiempos. Lo más grave es la inacción de la sociedad civil para detener en seco los desmanes de nuestros políticos, que nos están haciendo retroceder a tiempos donde España era un país de pandereta, arados tirados por bueyes, botas de vino y folklore. En menos de un año, los españoles hemos visto cómo una gota fría dejó un reguero de muertos, desaparecidos y poblaciones soterradas bajo el agua y el fango; vecinos de esas poblaciones aislados, desamparados y vendidos por los políticos de nuestro país. Las imágenes que llegaron al mundo eran propias de países tercermundistas, y el gobierno central estuvo implicado en retrasar al máximo toda ayuda a los damnificados. Hemos sufrido un apagón general que no tiene parangón ni en nuestra historia reciente ni en la de ningún país de la Unión Europea, fruto de una incompetencia y temeridad que, si no se sustancia en instancias judiciales, es porque hemos convertido el esperpento en nuestra normalidad diaria. Y, por si fuera poco, estamos viendo cómo las estructuras ferroviarias de nuestro país se parecen cada día más a las de una república bolivariana. Entre la indignación y el cachondeo, se ha normalizado que realizar un trayecto ferroviario se convierta en una odisea. Viajar hoy en tren es jugártela. Solo para gente osada. Y ya solo falta, para cerrar este cuadro de horrores, que aparezcan hordas de bandidos a caballo o en moto, atracando a las víctimas de este desastre. Pero no demos ideas, no sea que aparezcan Curros Jiménez a granel. ¿En qué momento alguien nos señalará las cámaras ocultas para informarnos de que estamos siendo víctimas de una broma colectiva? Mientras tanto, España se deshilacha y se vende a precio de saldo a sus enemigos, con la mayoría de la población en modo “vacaciones activado”, mostrando su enojo por la subida de precios. Sin embargo, se sigue comprando y consumiendo a crédito, porque para el españolito medio lo importante es seguir luciendo panza en la playa, la montaña o donde sea que se vaya de vacaciones. Por favor, que alguien me pase el contacto con el director de la orquesta del Titanic, para ir ensayando el naufragio y, al menos, que podamos irnos a la mierda con estilo. Que a estas alturas creo que es lo único a lo que podemos acogernos las personas de bien.
La melodía que acompaña el texto está licenciada por mi editor de audio bajo el siguiente código: Code: IZCOYHQJ1KCR90Q1