Es bueno sospechar de uno mismo de vez en cuando. Por ejemplo la otra vez maté una cucaracha y la deje ahí para que las demás vieran lo que les pasaba si se acercaban a la cocina. Me tomó un momento darme cuenta de lo retorcido, aunque no la quite después de otro rato. (Perdón)

La mejor versión de mi misma sería la mediocre. Esa dorada medianía donde abandono los espejismos de mis ambiciones sin dejar de relacionarme con lo que me mantiene viva. Digamos un Icaro que logra llegar a su objetivo y termina echándose una caguama al final del camino

Mosaico del siglo III a. C. excavado en la antigua ciudad de Antioquía. El esqueleto, apoyado en una jarra de vino y una porción de pan, con un vaso y un hueso en una mano, transmite un mensaje sencillo a quienes lo observan: «Sé alegre, disfruta de la vida».

El otro día dibujé por dibujar en una clase. Sin ningún concepto o expectativa. Y fue una buena reconciliación con mi automatismo. (A veces lo menosprecio) Tenía límite de tiempo y colegas haciendo sus propios dibujos, creo que eso me ayudó a sentir emoción y desafío y pensé: sin esos 2 pa que vivir