Era un día como hoy, un 19 de noviembre. Llamé a la puerta y escuché enseguida sus tacones acercarse. Ella abrió, yo entré y, por fin, nos tuvimos frente a frente. Era nuestro primer encuentro real…

¿Dónde está mi queso?Porque sé, lo sé, que entre vosotros se esconde el muy pillo que se atrevió a robarlo… Tranquilos que ya he descartado a dos, a alguien en se proclamó vegano, demasiado vehemen…

Estoy cabreada, y aunque dicen que hacer ciertas cosas en ese estado no suele ser aconsejable, pues me lo voy a pasar por la patilla, porque necesito reflejarlo y exponerlo. Hace unos días siervo y yo hemos tenido un desencuentro, en esta ocasión no he sido yo la que lo ha contado, ha sido él mismo en su particular “Diario de Locktober” que está haciendo en fetlife.

Es jueves. En un par de días me voy a Madrid. Es un viaje un tanto agridulce, pero bueno, eso no viene al caso. Voy a celebrar allí mi cumpleaños. Después de muchos años, vuelvo a un local, a una fiesta BDSM, a ver un espectáculo al que le tengo ganas desde hace tiempo. A comienzos de año habría apostado a que algo así no entraba en mis planes, como tampoco muchas de las cosas que han ocurrido en estos 10 meses.

 ¿Por qué a mí no me dices cosas bonitas? ¿Perdona? Es que leo lo que escribes sobre tu sumiso, y a mi no me dices nada parecido. A veces me encuentro con situaciones en las que no tengo claro si me vacilan, o hay algo de seriedad detrás. Me cansa bastante tener que explicar que educación e interés no van de la mano.

1 de octubre, empieza Locktober y, contra todo pronóstico siervo y yo volvemos a disfrutarlo. Me río sola cada vez que recuerdo que la sola idea de practicar locktober me daba pereza… Y ahora, hasta me veo buscando plugs para amenizarle la entrega a mi sumiso. Le decía hace un rato que tenía ganas de que empezara. Hay varias cosas que rondan hace tiempo mi cabeza con las que creo que podremos hacerlo un poquito más interesante que otros años…

Tarde cálida en la capital Asturiana. Cualquier día parece bueno para reunirse en torno a una buena taza de café y unas ricas viandas. Si a eso le sumamos mujeres, risas, complicidad y una cosa lla…

¿Puede una Dómina confesar que tiene miedo? ¿Debe hacerlo? Pues no seré yo quien diga que no, porque vengo precisamente a eso. Hace ya un par de meses que escribí esto. Estábamos en pleno verano, y algo que a todas luces no tenía ningún sentido, se fue convirtiendo poco a poco en una inesperada sorpresa. Visitas con las que no contaba, detalles de los que importan, y una conexión que, de nuevo, se saltaba todas las lógicas.

Domingo por la tarde, me digo a mí misma que aún no he programado el post que tiene que salir en poco más de una hora, pero la verdad es que llevo un rato pensando en improvisar algo. Así que aquí estoy, en modo contrarreloj, sin saber muy bien de qué voy a escribir. Tendría el recurso fácil de copiar y pegar un post de los que ya tengo escritos hace semanas, y ni os enteraríais, pero… no sé, quizás a veces hay que dejar las cosas fluir, sin preocuparnos tanto del resultado y simplemente disfrutar del momento.

Cuantos días sin hacer esto. Una vez más sentada en mi ordenador, pero en esta ocasión para recuperar la costumbre de escribir post. Reconozco que “mis vacaciones” empezaron antes de lo anunciado, pero el haber ido acumulando contenido no se ha notado demasiado. Ahora, en estos días de más tranquilidad, iré retomando costumbres. Pero es que además de obligaciones, hay necesidades.

Esta semana tengo una tarea que llevo retrasando mucho tiempo. Abrir mi maleta de juguetes, con intención de revisarlos y hacerles una limpieza, que se han pasado meses ahí dentro. Hasta ahora no me he puesto, primero porque no había necesidad de usarlos y segundo, temía el momento de encontrar ciertas cosas. Los collares. Puede que sea de esas que peca de sensible, y siempre ha habido objetos que…