Sabe que las hormigas comerán bollería fina ese día, y se pregunta si en esa sala ella es la que se come el croissant o si es el croissant. Elena vuelve a atender a los ponentes, pero ahora las palabras que oye empiezan a tener otro significado.

Una hormiga que sube la inmaculada columna blanca que está junto a ella la ha distraído. Enseguida ve que hay dos o tres hormigas más. Se deben estar dando un festín con las migas de los desayunos. Verlas subir y bajar por el pulcro salón, hace pensar a Elena sobre quién tiene el control realmente.

La charla es más interesante de lo que había esperado, pues la posibilidad de internacionalizar su negocio es más sólida de lo esperado. Allá están receptivos y acá hay fondos destinados a impulsarlos. Pero la mente de Elena regresa de repente al abarrotado salón.