Y colorín colorado, este cuento bolleril se ha acabado. Pero estas señoras no han sido ni de lejos las lesbianas que más han hecho llorar a los historiadores, así que mañana os cuento la historia de la señora que cada vez que empotraba a otra dejaba escrito cuántos orgasmos había tenido cada una.

A la mayor parte de nosotros nos descalabraría el presupuesto de un lustro pagar a tocateja el tratamiento de un infarto en el que no hubiera ninguna complicación, no digamos ya si la hay.